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No importa lo conocido que sea el Miami Dade College por su presencia e influencia en la comunidad, incluido el patrocinio de la Feria del Libro [FIL] más importante del país; el pasado martes 28 de Febrero tuvo un acto insólito en toda su historia, muestra de que nunca es tarde para crecer, y que el College —como se le conoce— se toma muy en serio esta presencia suya y sus propósitos. Se trató de un almuerzo ejecutivo con la prensa y divulgadores en general, y en el que el College mostró su trabajo y los planes de su Departamento de Asuntos Culturales [CAD]; siendo ya grandioso saber que el College por fin cuenta con un departamento así, capaz de coordinar todo su extenso trabajo en este sentido; no sólo una serie de proyectos semi autónomos con más o menos suerte, que dependiendo del carisma y la influencia personal no se salvan de la sospecha.
El trabajo del College en este sentido es complejo, en una comunidad tan sensible por sus problemas de arraigo; porque al ideal del multiculturalismo hay que relativizarlo con la realidad de unos inmigrantes con mucha incertidumbre e inestabilidad cultural, económica y política. Es en el servicio a esta comunidad que surgió el College, y que ha desarrollado una incidencia cultural digna de todo reconocimiento; comenzando con la Feria Internacional del Libro, pero extendiéndose por todo ese espectro que nos prestigia, y que incluye una red de galerías de arte y un centro literario; además del nunca suficientemente realzado Teatro Prometeo, y la inolvidable serie Cultura del Lobo, que habla de nuestra singularidad sincrética. La complejidad viene también de la naturaleza institucional misma del College, sujeta a cierta burocracia y siempre sospechosa de personalismos; pero es a esta contradicción a la que responde un departamento de estas características, cuando ya la madurez exige otro nivel en las relaciones con la comunidad.
Es obvio que se trata de un cambio —para empezar, Cultura del Lobo se llamará ahora Luces sobre Miami— y no sólo de estrategia, probablemente también de paradigma; muy loable, y sin la injusticia de subvalorar a todas esas individualidades que sacrificaron sus propios recursos e influencias para lograr lo que es hoy ese departamento. La cultura en el College ya no es un proyecto de nadie en particular, pero para eso tuvo que serlo de varias personas; porque todo sistema depende del sacrificio de individuos capaces de hacerse a un lado en el momento oportuno, pero también de darlo todo cuando les es requerido. Cultural Affairs es sin dudas un renacimiento, pero todo renacimiento precisa de una materia previa; y esta inflexión bienvenida es sólo la prueba del hombro que han puesto hombres y mujeres para el impulso de Miami, con el rostro casi anónimo de la institución más preciada de la comunidad.
Especiales gracias deben darse a Alina Interian, que mantuvo a la FIL con lo que pudo y como mejor se podía; igual que a Teresa María Rojas, que logró insertar al College en la escena del teatro local con un proyecto tan suyo como el Teatro Prometeo. Miami debe reconocer tanta individualidad capaz, al tiempo que se apresta a lo que viene, orgullosa de su memoria; porque un departamento así, de la mano de un equipo que sabe valorar su dependencia de los medios, merece toda la confianza del mundo y surge de un pasado también glorioso.