Monday, February 3, 2014

Carta de amor a Chely Lima

En una entrevista reciente, Chely Lima respondió la paradoja con que la recibió un importante agente literario; que le dijo que su literatura era demasiado perversa para el gusto gazmoño de la mayoría de las editoriales, además de demasiado masculina. También habló de otros problemas, pero estos pudieran ser los más sintomáticos por recurrentes; y es que en verdad, las editoriales median entre el escritor como productor de arte, y el público como consumidor; las editoriales son las grandes distribuidoras, que en gran parte determinan el gusto y la sensibilidad de los lectores, y con ello la relación entre estos y los autores.

Sin embargo, nada hay que se sobreponga a la individualidad, porque el ser se salva en el individuo y este nunca accede a su muerte; menos hoy día, en que la individualidad goza de tantas posibilidades, gracias al desarrollo de la tecnología. Quizás el problema, la gran contradicción resida en la procedencia de los autores de la era industrial; cuando los desarrollo eran verticales, y toda expansión dependía de la relevancia, que se convertía en últimas en el objetivo de los autores, en tanto  símbolo confiable de ese desarrollo. Eso sería lo que se ha alterado, con el resultado de la pérdida de relevancia de las instituciones mediadoras como las editoriales —y nada hay más apegado a la vieja estructuralidad industrialista de la que forma parte que un importante agente literario—; ya que la dimensión horizontal traída por la tecnología, al menos en principio, haría que la verticalidad de la relevancia tuviera otros accesos; como los recursos mismos de la individualidad, que no accediendo nunca a su muerte, puede darse el lujo de otras alternativas.

Es en este sentido de otras alternativas que pudieran verse los mercados de formato electrónico como una alternativa viable; un poco ríspida en principio para quien se ha formado en los viejos paradigmas de la exclusividad vertical, esa artificiosa escalera de la industria editorial, pero viable al fin y al cabo. En definitiva, lo que se salva con esta alternativa es la relación directa entre el autor y el público; lo que no desconoce otros conflictos, como la incapacidad del artista como productor para convocar los recursos técnicos a su favor. En este punto es donde vale la experiencia personal, en que una autora espectacular desechó sus propias posibilidades con la soberbia y la autosuficiencia; destruyendo una red tejida con cuidado alrededor suyo con la intemperancia de una diva del antiguo teatro vernáculo, para terminar aspirando como siempre a que la vean las grandes editoriales.

Usted Chely Lima tiene los recursos a su favor, tiene el carisma y la buena voluntad de la mayoría de los que la conocen; a los que encanta con sólo un gesto displicente, como una gueisha  que en pleno Occidente se da el lujo de escogerse los amantes. Quizás deba resaltarse en esta imagen que la relación entre la gueisha y el amante no es necesariamente tierna, pero sí muy romántica; interesada, pero por lo mismo eficiente y complementaria, como una danza en la que todos saben qué paso dar y con qué gesto detenerse. Si eso no es el amor más allá de la pobreza de nuestros lugares comunes, como lo imaginó Dios, nada lo es; y si lo es, no hay por dónde quejarse en este mundo de francas posibilidades que nos ha sido regalado en la era de internet.

Ladinamente suyo

Ignacio T. Granados Herrera

2 Comentários:

Chely Lima said...

Es un texto hermoso y sabio. Y muy digno de quien lo escribió.
Gracias, Ignacio! Me siento muy honrada. Ojalá fueran así buena parte de las cartas de amor que uno ha recibido en la vida... :)

I. Teodoro said...

Tuyo! :-)

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