Thursday, September 5, 2019

Kardec, el fraude expuesto


Si usted escucha de una película dedicada a Allan Kardec, obviamente espera un acercamiento interesante al espiritismo; algo que va siendo necesario a tantos años de una práctica tan abusada como incomprendida y marginada. Pareciera uno de esos proyectos por los que agradecer instrumentos de diversificación como Netflix, dada la decadencia de la industria tradicional (Hollywood); pero es en cambio otro de esos proyectos que demuestran las falencias de las llamadas propuestas alternativas, como no más que fraudes con que se reproducen los vicios con los que decaen las prácticas tradicionales.

En efecto, Kardec es pobre desde la primera propuesta hasta la última, desde el guion a las actuaciones; con una fotografía más o menos correcta en sus encuadres, pero viciosa y reductiva en la iluminación y el color. La debilidad principal es que no se trata de un acercamiento a nada, sino de la recreación ficcional de lo que puede haber sido la experiencia del personaje; peor aún, lo hace en un aire de apología o cantata in crescendo constante, que la reduce a un panfleto de iglesia esquinera, lo único que el espiritismo ha podido esquivar hasta el sol de hoy.

Lo peor —o probablemente lo mejor— es que la película demuestra por qué Netflix no va a cumplir lo que prometía; en ese sentido de una diversificación de la industria, que daría lugar a un mayor desarrollo con la competencia y medios alternativos. En vez de eso, lo que ha hecho es proveer una plataforma barata a los mismos intereses que corrompieron a la industria original; eso sin haber alimentado antes las virtudes que hicieron crecer a esa industria original, que es el pecado de esta popularización indiscriminada de los medios de producción.

(No) Soy Cuba
Después de todo, la discriminación es el criterio inteligente por el que se filtra lo valioso, separándolo de lo que no lo es; y aunque en moral y política eso se preste para lo peor de lo humano, no deja de ser un instrumento inteligente. El problema es común a la transformación industrial provocada por la revolución tecnológica, al poner los medios de producción al alcance del común; una simplificación semejante a la del socialismo, con su intervención de los medios de producción, y con resultados entonces similares a los de las economías socialistas.

El problema es o sería la reducción de los intereses humanos a los más puramente económicos, con el cliché del éxito; al que supuestamente todos pueden acceder hoy día, pero que sólo significa ver sus nombres aparecer y desaparecer en una pantalla digital. Es una pena, más aún que la misteriosa jornada de un tipo tan interesante como Kardec se reduzca a explicar la decepción de una industria ficticia; pero es que la película no da para más que para ver las falencias que la permitieron, como no habría sido posible en la industria tradicional.

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