Saturday, August 21, 2010

Meditaciones en la ciudad más sucia del mundo

Al optimismo y el pesimismo del vaso medio lleno o medio vacío, se podría responder con el sentido común del vaso por la mitad; es decir, cierta objetividad práctica, que basándose en la experiencia prevenga sobre toda fe. El escepticismo, por otra parte, no es necesariamente un negativismo; sino que en la mayoría de los casos, cuando media la experiencia, puede ser una moderación que trate de preservar la fe original. Entre las muchas cosas que se pueden aprender en la vida, está que la generosidad por principio no es necesariamente un acto de bondad; puede ser, también y ni tan paradójicamente, un cínico recurso por la comodidad, que te evita el enfrentamiento de verdades incómodas. Con eso, por lo general lo que se logra es posponer un problema; y quizás, con mucha e improbable suerte, se logre diluirlo en una repentina catarsis de madurez del oponente torpe, que siempre es posible.


De vuelta a eso del pesimismo y el optimismo, una ciudad entonces no se definiría por sus peores elementos; pero tampoco por los mejores, sino por el tenso equilibrio que se logra en esa oposición en que se relacionan. Cuando las fuerzas son iguales, está claro que el equilibrio es perfecto, y también precario; cuando las fuerzas son desiguales, es obvio que el punto de tensión se inclina al bando preponderante, y que ya no es tan precario. No obstante, persistir en la apuesta por la bondad cínica suele conducir al fracaso; pues el oponente, sabiendo de este recurso, puede optar por la obstinación grosera, como generalmente hace.

Lo peor, ahí, es que la convivencia con el mal genera un modo de hacer el mal, con el sólo hecho de permitirlo; en tanto el espacio que se le concede, intentando que acepte la convivencia, es de hecho territorio suyo, del que se forma parte con la participación callada. Un pasaje de la mejor novela publicada en Miami en el 2010, reza que "En toda ciudad hay un momento en que sientes que puedes, o debes, corromperte. Ese es el momento de emigrar". Ese desciframiento espectacular del momento, como principio al fin y al cabo, no suele ser tan espectacular; en definitiva, los más grandes momentos esconden su génesis en un hecho intrascendente, sólo que definitivo. La concesión, por cauta que sea es eso, concesión, y negocia la evolución posterior de los acontecimientos; uno nunca debe decir que no supo a dónde podía ser conducido, uno ha emigrado o no, y forma parte o no. Emigrar, por otra parte, como viaje al fin y al cabo, no exige ni presupone lo físico; puede ser de estado interior sobre la suficiencia y la necesidad, de conocimiento sobre la utilidad [probidad] o no de nuestras pretensiones.

7 Comentários:

Nuevo Songo said...

Amo las ciudades que te corrompen y, especialmente, las que te contaminan. Las amo porque virtud y pureza son entelequias, meras maromas de la imaginación, como la danza de los ángeles en la cabeza de un alfiler. Amo las ciudades que te corrompen y que te empujan a emigrar, porque emigrar es seguir un ciclo (el de comer, miccionar, emigrar) que ha seguido la especie como un signo, como un sino (sino de Sinántropo, sino divino) desde que irrumpió el Homínido en las praderas africanas.

Anonymous said...

Sospecho, querido amigo, que confundes a una persona presa de su ego y de su torpeza, pero sin mayor influencia al fin y al cabo, y quiero creer que sin deseos de hacer el mal (al menos directamente, per se), con el Mal mismo en mayusculas. Es decir, creo que sobredimensionas el problema a causa de tu historia personal con el individuo de marras, pero recuerda que cada contexto, historia o experiencia particular genera su propia dinamica, es un mundo en si mismo. Como te dije ya, la distancia, la comprension e incluso la piedad, luego de la experiencia de tantos palos que le da a uno la vida, ayudan a mantener el trato cordial con individuos inmaduros o de complicada personalidad.

Por supuesto, esa es mi experiencia intransferible con la persona en cuestion, no soy quien para descartar que la tuya sea otra (tambien intransferible). Pero yo veo el vaso medio lleno hasta tanto no se rompa, que siempre puede romperse (eso esta contemplado, como ya te hice saber). Por ejemplo, la cordialidad y la distancia son imposibles de mantener con el troll, cuyas pretensiones y energias se concentran en descalificar al otro y entorpecer su avance. Mi experiencia particular con la persona que nos ocupa, sin embargo, no es esa. De ahi las distintas aproximaciones en ambos casos.

un abrazo

Los relatos de Maurice Sparks said...

Un nuevo relato (fragmento).

http://losrelatosdemauricesparks.blogspot.com/2010/08/la-fotografa.html

Gracias.

Anonymous said...

Emigrar por dentro es algo que nunca se logra. Escparse de uno mismo hacia donde?, no, no creo que esa sea una buena salida ante un conflicto.

El Manierista said...

Muchas gracias por sus reacciones a este acto de franca impudicia.

Tampoco hay que confundir las cosas, es una reflexión, no una posición pública, aunque sea impúdicamente exhibida. Tampoco soy tan torpe como para pensar que puedo condicionar la propia proyección y el desarrollo de nadie, ni es algo que me interese. Pero cuando he trabajado con proyectos ajenos, de algún modo sí los condiciono, con la premisa de que "hacer lo que hacen los demás sólo produce lo que producen los demás, lograr algo distinto requiere hacer algo distinto". Si es la ciudad más sucia, es porque sus parámetros de convivencia son suicios, y el que es prepotente lo es porque puede serlo, porque la ciudad se lo permite. La frustración no es con alguien en particular, sino con ese estado de cosas que obviamente no va a cambiar. Nunca hay que pensar que pido solidaridad, aunque obviamente la agradezca; pero condicionar mi propia participación en las cosas es como poner parámetros, para saber si son posibles o no. En toda aplicación de trabajo hay un capítulo que dice "¿Es usted capaz de hacer el trabajo en las condiciones requeridas e incluso con menos?". Es absurdo que yo apoye eventos de los que por principio y vergüenza personal no puedo participar.

Al anónimo de las 8:14, la emigración interior es como partir hacia otras zonas de uno mismo, uno es infinitamente profundo. Viajar interiormente es como subir una escalera de caracol, y en cada piso vas dejando y conociendo nuevas gentes y perspectivas.

Anonymous said...

yo creo que la ciudad mas sucia es La Habana

Anonymous said...

...y sus alrededores, incluyendo esa extensión suya en la Pequeña Habana y Miami en general.

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