Desiderata
Hay una serie de axiomas destilados de la experiencia pero no por ello menos falsos en sus predicados, como todas las obviedades; porque la evidencia no siempre conduce al puerto verdadero, que de ejemplos está llena la frustración persistente de los descubridores del agua fría.
. Primero, podemos desechar desde la metafísica de Conny Méndez al suprematismo ético de los predicadores; primero, porque aunque todo el mundo suele concordar con ellos el mundo sigue como si no existieran. Ergo, el trecho entre el dicho y el hecho hay que respetarlo, aunque sólo sea para variar; y eso vale para la última secta, la de los gimnosofistas, que con crédito de intelectuales tratan de seguir reciclando lo que siempre se ha dicho.... hummm.
. Segundo, eso de que el que se molesta pierde, ya debería saberse que es una bromita de muy mal gusto; es más bien una trampa, a estas alturas bastante burda, por la que no le dejan salirse del juego. El que gana pierde, que es un refrán de Ifá, parece más exacto; y el que se molesta corta el juego y puede salir por otras diversiones sin perder el ojo de los tramposos, que seguirán haciéndose los del "aquí no pasa nada".
. De este se desprende el otro, de que el resentimiento es fuente de insatisfacción; cuando como el otro, sirve para trazar los límites y dividir el mundo entre los que quieres contigo y los que no, por la razón que sea. La acusación de resentido es una descalificación moral, que por tanto se invalida desde su propio principio; let’s face it, si estás resentido tienes una causa para ello, y la respuesta del avestruz no es sabia entre los humanos. Desde otro punto de vista aún, el resentimiento no te priva de otros placeres; empezando por la complacencia contigo mismo —que ya es bastante—, pues aunque sea por contraste reluces en tu propia consistencia.
Por supuesto que no hay lista que sea exhaustiva, y esta no pretenderá tan extrema originalidad; sirva como homenaje al escritor Sosa, por la pésima opción de un momento anterior; y aunque no se trate de hacer amigos, no está mal reconocer que no valió la pena.
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