Sunday, February 26, 2012

Humor corrosivo

Unos se fingen de esculta piedra mientras te copian los movimientos y las estrategias, lo que demuestra alguna sabichosería ya conocida; otros te copian los tips para involucrarte en sus francachelas, lo que denota total estupidez. Ninguno —pero ninguno, y eso es terrible como un merovingio que descubriera el porvenir— vive enamorado de sí mismo, inmerso en el más total onanismo; ninguno podría enfrentar su espejo sin la experiencia horrible de Quetzatcoalt, dígase que con la altanera gentileza ultrajada de un monje ilustrado en el siglo XVIII de la gloriosa Francia.

La verdad es la verdad, musita el mismo monje mientras dibuja su parábola en la noche humeda de Nortumbría; todo el mundo la sabe aunque nadie la diga y hasta le vuelvan el rostro un poco enrojecido, porque si conocen la verguenza aunque la desdigan.

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