Horoscopian: Divagaciones de Leo acerca de la era de Acuario
Pasada la era del Cristianismo, que era Piscis, esta es ya
la de Acuario; el signo egoísta por antonomasia, el que se roba Dios
[Ganimedes] para dedicarlo a servir el vino con que accede a su propia
embriaguez y felicidad. Acuario en su egoísmo está blindado incluso contra la
maledicencia provocadora, a la que Leo es débil; porque Leo es egocéntrico pero
no hedonista sino si se lo propone, y cuando ninguna de las dos cosas es mala
per sé —nada es malo en su esencia sino sólo en su forma. Leo, cuando es un
espíritu bien montado, será egocéntrico pero no mezquino ni deshonesto ni
abusador; Acuario, a su vez, con su indiferencia admite el desarrollo ajeno,
sin caer en la castración del otro que impone la falsa generosidad. En la Era
de Acuario, la lección podría consistir en ser lo que se es, incluso banal; que
por otra parte es la forma de trascender, aún si se trata de esa banalidad
tremenda de creerse trascendente.
La novedad de Acuario como paradigma ético existencial,
estribaría en esa aceptación plena de su propia consistencia; sin comprometerla
a una aceptación por parte de los demás, que suele ser una de las limitaciones
del paradigma de Piscis, conduciéndolo a menudo a la falsedad del mendigo. Con
Acuario se es lo que se es, y con eso se restituye el mandato primero del Ser;
ese con el que Dios se presentó al mismísimo Moisés, diciéndole Yo soy el que
soy para lucirse en su espléndida potencia. Sólo el que es lo que es en sí
puede sufrir y gozar, y tiene algo —ese propio Ser suyo— que ofrecer; justo
porque lo puede negar, y adquiere el poder adámico de nombrar las cosas… en su posición
siquiera relativa de Dios en esplendor.
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