La paradoja del automatismo [Divertimento]
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Es probable que en esa paradoja la consistencia la retenga
el Surrealismo, precisamente al postularse a sí mismo como cínico y brutal;
porque la protesta del filme resulta patética en su pietismo —es obviamente
chaplinesca— y apela a esa irrealidad piadosa del Cristianismo pastoril. Los
surrealistas pueden anotarse ese punto, saber desde el inicio la inconsistencia
del pietismo cristiano como un exceso intelectual de Platón; de ahí que su
búsqueda recurra a la tricotomía clásica, y en esta hasta desdeñara la tensión estoico-epicúrea.
La opción cínica, primero era factible en un mundo sombrío como el de la
opresión Iluminista; no podía darse el lujo de un hedonismo para el que no
había estímulo que no pasara por el silencio, tan alejado de la catarsis que
precisaban. Ese es otro punto, porque el Cinismo aportaba la minuciosa
anti-liturgia con que revertir los siglos de convencionalismo; como no podía ni
proponérselo un Hedonismo epicúreo, en cuya indiferencia necesaria carecería de
poder reactivo contra la banalidad de la convención.
El triste gesto con que se despide el mismo Chaplin
demostraría que su propuesta es vana y estaba destinada al desvanecimiento,
como no es posible a la ruda vulgaridad del Surrealismo; por más que no deja de
ser curiosa esa fugacidad del instante en que se cruzan, y que no está
designada por el azar sino por una misma tristeza y amargura. Chaplin en
definitiva es tan convencional que puede devenir en kischt sin siquiera
forzarlo un poco, con sólo el paso del tiempo; los surrealistas en cambio se
ríen con perversidad de todo intento de reducirlos al amanerado gesto o a
alguna forma de piedad, los blinda el automatismo del movimiento primario, que
es cínico.
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