Semiótica [Divertimento]
Aplicando la ciencia de las complicaciones, ya se estableció
que existen símbolos de valor universal y propio; no porque no sean
convencionales, sino porque esta convención es ya tan clásica que ha alcanzado
a penetrar y redeterminar los cánones de la psiquis humana. En ese sentido, una
lectura antropológica del filme El otro francisco de Sergio Giral dejó claro el
problema de la cultura cubana; que identificada con la mulata, padece el drama
de su sometimiento al blanco, sin poder
casarse con él, pero tampoco poder hacerlo con el negro. Así las cosas, los
cortos de Betty Boop —frecuentemente banneados por su ambigüedad— ofrece asociaciones
similares; en el que aquí se presenta, no hay dudas de que Betty es la
felicidad, incluso en ese sentido ingenuo [naiif] de la cultura popular
norteamericana.
El payaso, obviamente, es la clase media, y el explorador su
posibilidad de realización; todo ordenado por esa huida pavorosa ante la voz
esplendorosa y potente, además de gozosa, del ícono de la música negra
norteamericana. Pero ella, como Oshún y Afrodita, es la realización total,
incluso si no lo comprende; por eso unos pretyenden protegerla y otros
pretenden poseerla, que al final son los valores más pragmáticos de Occidentes
los grandes determinantes de la cultura; y el filme queda inconcluso en sus
siete minutos de gozoso drama, no dice nada acerca de la posteridad, se limita
a mostrárnosla a ella, la realización [Betty] que más seria la Kábala llama
Malkuth.
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