Bye bye, Alta Films
Los conocedores y
cinéfilos en general lamentan lo que se ha dado en llamar la lenta muerte de
Alta Films, una distribuidora de cine independiente de España; y es que en efecto,
la empresa cierra luego de tres décadas no sólo de éxito sino incluso de
liderazgo estético en una industria demasiado dada a la presión comercial. No
obstante, ahí mismo parece estar la primera contradicción que le quita
relevancia a la noticia; no sólo porque empresas nuevas y viejas cierran y
abren de continuo, sino porque esta en específico puede servir de muestrario de
cómo ocurre la evolución. A Alta Films se la reconoce como embajadora mundialdel mejor cine de autor,
lo que suele ser ese sentido de la dignidad con que los autores sobreponen su
elitismo a la realidad del mercado; es decir, se desligan de la realidad y
entran en ese solipsismo arrogante que
además esperan que el resto [inferior] subsidie. Sólo eso explica sociedades verdaderamente
utópicas en su parasitismo, como las del llamado Socialismo Real [epd] y las
universidades norteamericanas; que desconociendo la facultad del mercado para marcar
la objetividad existencial sumerge al mundo en su intelectualismo faraónico. No es que no deba existir el cine de
autor —y el arte en general— sino que el sentido común dicta que debe
mantenerse como tal; y que por tanto debe acudir a sus propios recursos y no
rehuir tanto la precariedad que los mantenga vinculados a lo real, bien
rodeaditos del vulgo que los capitaliza.
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