Sunday, October 26, 2014

Del arte y la filosofía (ExCátedra)

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La filosofía surgiría como práctica cultural determinada por las necesidades auto reflexivas del ser en tanto humano; ya que la humanidad significaría una suerte de apoteosis, desde que el valor del conocimiento acumulado incide en este alcance mayor de la memoria, como la reflexión del Ser sobre sí. En este sentido, el Idealismo denominaría un principio o concepto, por el que esta reflexión del Ser sobre sí acude a un referente externo a sí mismo; que en tanto artificial lo reproduce a él mismo, y por tanto le sirve como esa referencia desde la que puede redeterminar sus actos. No obstante, en la tendencia natural al crecimiento, este principio a su vez denomina una tendencia de la práctica en tanto disciplina; que así ya se objetivaría al establecimiento de esta referencia del Ser para su reflexión sobre sí, en una ontología. El problema ahí sería que este crecimiento carecería de referentes críticos propios que lo regulen, creando una distorsión en el espectro cognitivo con que se resuelve; aunque en relación con la existencia misma del Ser se haría tan contradictorio, que provoca a su vez un trauma correctivo, en tanto dicha praxis ocurre como un fenómeno real. Es decir, más allá de esta distorsión inevitable al Idealismo, la realidad es cognoscible por sí misma; de modo que puede imponer esas correcciones necesarias al Idealismo, en la contradicción directa del Realismo, que al menos lo movería en forma de un objetivismo. El problema ahí es que todas estas prácticas se resuelven en un espectro político, que así las adjudica valor institucional; como otro factor de distorsión, por el que la práctica se ve doblemente compulsada al Idealismo, en los discursos de valor político con que en últimas se determina la realidad humana en tanto cultural.

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El Realismo es entonces un complemento necesario al Idealismo pero no es inevitable como este, dada la naturaleza política de las prácticas de conocimiento; que se revierte en un peso económico, como otra distorsión aún sobre el desarrollo de estas prácticas de conocimiento, ya completamente corrompidas en su alcance e integridad funcional. En este sentido, el Realismo será siempre el valor primero de la reflexión en tanto cognitiva; ya que el objeto mismo del conocimiento es la realidad, en tanto cualidad primera de cualquier otro objeto, cuya consistencia (realidad) funcional sería derivada del sujeto que así lo comprende por su función. Es este realismo lo que es distorsionable por la necesidad de un referente externo, en el principio idealista; y ese idealismo resultante es lo que deberá corregirse posteriormente en una complementación objetivista que lo retorne al Realismo, ya en la práctica misma del conocimiento.

En ese sentido, el Idealismo pasa a funcionar como la reflexión de valor análogo que es el realismo poético del arte; ya que ese antropomorfismo, que resulta en un realismo virtual, es en sí mismo un ontologismo, por el que el objeto de conocimiento es (cognitivamente) reproducido como poético. Será de ese modo que el arte salve el escollo insuperable para la filosofía, como práctica cultural sujeta a la distorsión política; pero sólo porque el arte retiene como residuo ese valor cognitivo de su naturaleza formal, en la que primero se resolvió la práctica del conocimiento, en base a la sistematización de la memoria. Por tanto, en cuanto el arte se sujeta al valor político de las instituciones asume también esas distorsiones que sufriera la filosofía; haciéndose disfuncional como la misma, y sólo justificable como esta en el ego y la hipocresía de clase del estamento que lo practica.

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