Acerca del ciclo artúrico
Comprar en Kindle |
Aunque lo normal es reconocer el
origen históricamente romano de la figura del rey Arturo, esto mismo sería
impreciso y ambiguo; ya que aunque de carácter románico, su consistencia misma
es bárbara, como propia de la cultura románica en Britania. De este modo,
Arturo sería la primera sincretización simbólica de las culturas bárbara y
románica, impulsado en la voluntad de Uter Pendragon cuando seduce a la reina
(madre); y dado a la realización de ese mundo ya sincrético, que para ello convoca
a toda la tradición legendaria del mundo bárbaro. El mismo carácter heroico de
Arturo estaría dado por la batalla en que derrota a un emperador romano,
genéricamente conocido con el nombre de Lucius; significando esta segregación
de un mundo singular en la cultura bárbara, si bien emparentado inevitablemente
con la omnipresencia románica.
Así, la mayoría de los elementos formales de
la saga del rey Arturo, incluida la identidad sus caballeros, son de origen
celta; lo que se entiende, ya que los bárbaros son en realidad un sinnúmero de
pueblos que se superponen al mundo celta, y que así lo suceden en la relación
con Roma. Arturo es de esa forma la figura vicaria del Cristo, legitimado en su
búsqueda incansable del grial; pero como un esfuerzo destinado a la
frustración, ya que el modelo mismo de justicia artúrica sucumbe a la
naturaleza irrefrenablemente humana de sus caballeros; en el pecado del mejor
de ellos, Sir Lancelot du Lack, en sus amores con la reina Genoveva, que en su femineidad
representa siempre la receptividad de la naturaleza; y que en conjunción con la
voluntad activa del caballero, debería conducir a la realidad, en la realización
del Ente, que es siempre concreto.
Comprar en Kindle |
En este conflicto, el problema
estaría dado por la rivalidad impensable entre Arturo y Lancelot, como
disociación de las figuras de la legitimidad y la capacidad; y donde la
naturaleza va siempre a la realización de lo posible, según la capacidad de la
voluntad para realizarse, no de su legitimidad. El sentido de todo esto estaría
dado por el ascendiente mismo de la reina Genoveva, dada como dote a Arturo en
su coronación junto a la tabla redonda; como ese ideal de gobierno justo, a
realizarse en una nueva naturaleza, conseguida por la unión de Arturo como
voluntad y la perfección de la mesa, que es de juicio pero con valor
simbólicamente eucarístico; y que ilustrativamente, no contó con el impulso
mismo de la naturaleza, dada en Genoveva como en Eva, que va en busca de su
propia realización.
Es en este sentido que la saga serviría
como reordenamiento cosmológico del mundo, en función cristológica; incluso si
eso es una facultad intrínseca a la naturaleza reflexiva del arte y no una
intención discursiva del artista, que es sólo un fenómeno postmoderno. También
ese sería el sentido, aún si la generalidad de los caballeros que conforman la
mesa redonda son figuras originadas en el totemismo celta; ya que como
substrato cultural, sería esta cultura la que como una compulsión mueve a la
realización de los otros estratos culturales que se le superponen. El ejemplo
de esto estaría en caracteres como Lohengrim, el caballero del cisne, que sería
también de origen celta; pero que se dirigiría a la legitimación de Godofredo
de Bouillón, duque de Lorraine y primer soberano cristiano de Jerusalem, en la
toma por los cruzados.
Más libros en Kindle |
Deberá recordarse al respecto la
tremenda relevancia del cisne como símbolo totémico para la cultura celta,
traspasado en ese mismo sentido a toda la germanía; hasta el punto de que las valquirias
se transmutan en esta doble naturaleza, como ninfas guerreras y cisnes. Más aún
en ese mismo sentido, el traspaso del simbolismo entre el pez (recurrente al
cristianismo) y el cisne, recurrente al substrato celta; dado en el encuentro
entre Percival, caballero al que se otorgará la custodia del Grial y que
terminaría siendo el padre de Lohengrim, y el rey pescador; cuya semblanza a su
vez unificaría la función crística del evangelismo cristiano con el pescador, y
la de José de Arimatea como anciano custodio de la sangre de Cristo, que según
la leyenda recaló en la Galia.
Seja o primeiro a comentar
Post a Comment