Patrística: Diálogo de San Cirilo y la divina Hipatia
Por Ignacio T. Granados Herrera
San Agustín concluye y resume la Patrística,
que así establece la base dogmática del cristianismo católico como máxima organización
de la cultura occidental; pero esto es valioso no porque signifique un avance
político o en las prácticas del conocimiento, sino porque fue el factor que
homogenizara a Occidente en este sentido. De hecho entonces, el valor antropológico
de la Patrística habría sido la contracción que significara en medio del
esplendor científico e intelectual con que concluye la antigüedad; que sin los
graves crímenes del fanatismo religioso de entonces, habría segregado de modo inevitable
una élite política de corte intelectual, que la débil estructura política de
entonces probablemente no habría podido soportar. Se trata de que con el
desarrollo de instituciones como la biblioteca de Alejandría —por ejemplo—, el elitismo
intelectual pudo haber evolucionado a la tiranía platónica de la
República; un experimento que habría
resultado antropológicamente costoso, como demostrara el intelectualismo
moderno.
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De hecho entonces, la patrística habría
corregido la anomalía griega de la cultura secular, con base en el comercio;
que como principio permitió el desarrollo de la democracia, pero por defecto,
sin fuerza ni consistencia para sobreponerse naturalmente a las tempranas
derivaciones oligárquicas y tiránicas del mismo entorno platónico. En ese
sentido también, quizás fuera hasta providencial que la tendencia predominante
en el período patrístico fuera filoplatónico; porque eso habría sido un factor
determinante en ese proceso de homogenización, demasiado refractario si hubiera
incluido las referencias aristotélicas, relativamente radicales y
contradictorias. Está claro que ese temprano cristianismo es criminal, pero se
trata de que eso es lo que habría tenido de positivo; explicando, bien que de
modo retorcido, esa paradoja de la santidad de San Cirilo, acosador y asesino irredento
—incluso si sólo simbólicamente— de Hipatia de Alejandría.
Eso último del simbolismo es importante, para
relativizar los hechos con alguna racionalidad y prurito histórico; pues aunque
San Cirilo sea culpable del crimen sobre Hipatia, lo es por ser su instigador,
que la sangre como siempre llueve sobre el pueblo innoble que ejecuta la
historia. Al fin y al cabo, toda época tiene sus propios crímenes para
avergonzarse, y sería hipócrita señalar a los de ayer sobre los de hoy; y
aunque tampoco se trate de sancionar la criminalidad, sí se impone la necesidad
de comprender su propia naturaleza antropológica como único modo de superarla.
También al fin y al cabo, al Cristo en que se justificaron no lo asesinó el
judaísmo que él mismo practicaba sino la humanidad; que es el mismo Cirilo inspirado
como el sumo Caifás del sanedrín, dándole valor universal y renovándolo en la
divina Hipatia, como arquetipo que es de la justicia como necesidad.
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