Whigman Montoya y la historia de El Lyceum y Lawn Tennis Club
Por eso, como en la mayoría de los casos, el interés aquí
permanece pospuesto a la justificación de su objeto; que en este caso feliz es
corta, como requisito indispensable que no se puede eliminar, en la base del
libro. Desde ahí, esta investigación se dirige a uno de los fenómenos más
curiosos e ilustrativos de la Cuba republicana; explicando, como tejido que
surge de las manos expertas de los ancianos, las raras tramas de la cultura
nacional.
De esto trata la creación del Lyceum de la Habana
en 1928, que es el objeto al que este libro llega entusiasmado; enmarcado
además históricamente, en la culminación del cambio desde el siglo XIX y la
Primera Guerra Mundial. Como curiosidad importante hasta lo referencial, su
vínculo con el Grupo Minorista, tan importante para la cultura nacional; y que subordinando
la cultura —en su especialidad intelectual— a su expresión política, explicaría
muchos problemas.
Uno de esos fenómenos, que el libro sólo roza pero destaca
elementos importantes, es el de la integración racial; en un testimonio, en que
se reconoce que las mujeres negras no entraron al Lyceum hasta muy tarde. El
guiño es a la inconsistencia del elitismo intelectual, que monopoliza la
cultura en su administración; confundiendo sus intereses de clase media con los
populares, en su propia contradicción con la burguesía.
Incluso en la ilustración de ese conflicto marginal, este
libro es importante, como cuestionamiento de esa realidad; desde el que podría
comprenderse a esta misma como la cultura, en ese fenómeno complejo y precioso
de sus asociaciones. Whigman Montoya ha satisfecho con su gesto una necesidad
capital, que es la comprensión de nuestra realidad; abriendo una de las
ventanas a su paisaje, descuidado y hermoso como un jardín antiguo en el que aún
se puede caminar.
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