Wednesday, July 9, 2025

¿Qué pasó con el neoliberalismo?

En primer lugar, que no era liberal sino neoconservador, y ese es el problema de las paradojas, que son engañosas; sobre todo en este caso, en que la burguesía trató de superar su propia inteligencia, para sólo engañarse a sí misma. El problema del neoliberalismo era en la naturaleza feudal Modernidad, contenida por las convenciones democráticas; porque el aporte de la Modernidad fue la moderación —no la superación— de la estructura medieval, con esas convenciones.

Eso es lo que explica la relatividad de la democracia moderna, sin que se desquicie —como pudo— en la anarquía; contenida en el elitismo autoritario de los intelectuales modernos, no en un acceso de la clase popular al poder. Esos intelectuales fueron alimentados además por una aristocracia disidente, a la que legitimaron en su populismo; que en eso consistió el desarrollo ideológico del liberalismo, legitimando la soberanía en el pueblo en vez de en Dios; pero igual marginando a ese pueblo que lo legitimaba del poder efectivo, por su supuesta incapacidad intelectual.

Esto explica el populismo, porque la revolución nunca es popular sino populista, en otro de esos giros políticos; pero más importante aún, explica el crecimiento subrepticio de la clase media, hasta esa apoteosis de la excelencia intelectual. Después de todo, como parámetro de la cultura, lo es también de mediocridad cultural, en más giros paradójicos; dando sentido a esa profesionalización que distorsiona a la economía con la tecnocracia, desplazando al pragmatismo.

Eso es lo que hirió a la burguesía, la traición de una aristocracia demasiado autoritaria para convertirse en burguesa; como sí sucediera en Inglaterra, donde —a diferencia de en Francia— la aristocracia era demasiado fuerte. Es por eso que el absolutismo fue tan relativo en Inglaterra, sin permitir a su monarquía los excesos políticos de Francia; porque tampoco existe tal cosa como la Historia, sino los desarrollos peculiares que organizan la cultura.

Así que el problema del neoliberalismo no era su naturaleza burguesa, sino su descaracterización como clase; por la que accedió a formarse en las escuelas de negocio de las universidades, en vez de en la práctica real. Sería por eso que terminaría subordinando la productividad a la planificación, en la cultura corporativa de lo político; y acabando así como lo político, desgastando su propia base material en la proyección política, como el socialismo.

Esta descapitalización puede no ser teóricamente visible, disuelta como está en la inflación creciente de la economía; con la devaluación del salario, que mueve su valor a la ganancia de los inversionistas, en un aumento aparente de la productividad. Este habría sido el tipo de truco con que el ministro de finanzas de Luis XVI financiaba la independencia norteamericana; pero a costa de la solvencia de esa misma monarquía, y a la que terminó culpando de su despilfarro, como todavía.

También es cierto que no hay tal cosa como una economía socialista, sino un capitalismo de estado, en lo corporativo; que es la distorsión leninista del Marxismo, ante la falencia de este por crear una alternativa económica efectiva. Al respecto, el truco de Necker no fue precisamente esta productividad aparente, sino el presupuesto contra la deuda; pero de lo que se trata es del carácter tecnocrático de estos trucos, que reducen la inteligencia a la prestidigitación.

El neoliberalismo fue así la última ofensiva burguesa, pero una burguesía ya herida y debilitada en su falta de carácter; que la comprometió con la tecnocracia de los políticos modernos, demasiado mediocres para ser efectivos. En realidad, el neoliberalismo habría sido la alternativa al socialismo, ante la muerte inevitable del comunismo soviético; apropiándose de la estructura tecnocrática del corporativismo político, con la ineficiencia de los imperios clásicos; desde la retórica moral de la meritocracia, tan falsa como autoritaria, pero tan irracional como nunca lo fue la aristocracia feudal.

Así que el neoliberalismo se debilitó tanto que nadie se dio cuenta de su muerte, bajo el asedio del socialismo; tan débil él mismo que no puede dejar de conducir a la anarquía, paradójicamente desde un conservadurismo clásico. Eso tiene sentido, como un esfuerzo para preservar recursos políticos, después de la debacle cultural del racionalismo; que es antropológica, empujando a toda la civilización occidental hacia el abismo, con esa fe ciega en su elitismo.

 

Thursday, July 3, 2025

Torres Zayas, poste de Legba y espalda de Lachatañeré

En Cuba acaba de ocurrir un suceso minúsculo pero trascendental, reflejando un desarrollo apoteósico de su cultura; y es la entronización de Ramón Torres Zayas como director del Instituto de Antropología, del que era subdirector. Lo único comparable a esto es la elección —tras diecisiete años— de un director negro para la NACAAP, en Estados Unidos; con la salvedad de que este caso afecta a toda la cultura nacional, y no sólo la expresión política de un segmento, como en ese caso.

En Cuba esta corrección es sísmica, porque promueve la comprensión del negro por sí mismo, no en su patrocinio; a lo que Torres Zayas une una formación mayormente autodidacta, que lo aleja de las convenciones académicas. Con todo, esta promoción no es simbólica sino efectiva, pues Torres se ha desarrollado en el trabajo constante; de modo que no se trata de justicia poética, sino de una adecuación que corrige los defectos estructurales de la antropología cubana.

Así, Zayas tiene el destino de Anténor Firmin en la antropología haitiana, sosteniendo la renovación de Occidente; y lo tiene sobre la espalda de Rómulo Lachatañeré, ninguneado desde ese paradigma en el convencionalismo de Fernando Ortiz. Torres es además un jerarca Abakuá, garantizando el respeto a la más probable espina dorsal de nuestra cultura; pudiendo reflotar el alcance de nuestra Negritud, desde la madurez y suficiencia que le faltara en su primera floración.

En ese sentido, Zayas ha de hilar muy fino, por el espesor de lo político en la actualidad de la cultura cubana; no importa si perece en esa ambigüedad de los sacrificios, pues ya su destino de Firmin se cumple en su nombramiento. También ha de lidiar con el tráfico negrero de la academia, a la que está expuesto en la precariedad presupuestaria del país; pero cuenta con la dignidad de su experiencia, y seguro también con la unción de todos los tambores de Cuba al África.

En todo caso, Torres Zayas no tiene que demostrar nada, pues todo es ya visible con este triunfo sobre el irrespeto; como un reconocimiento no ya a él mismo sino a su capacidad, depositada en él por todos los que le han antecedido. Ciertamente, con ese ceremonial de lo político, Zayas tendrá menos tiempo para investigar, ante la obligación de asegurar recursos; pero en eso también está ahí, visible como el poste de Legba en el Vudú, para el asesoramiento y la formación de los pinos nuevos.

La alegoría no es gratuita, porque Zayas está gestando con manos de partera la dimensión del mestizaje cubano; lo que ya era importante pero no suficiente, porque le faltaba la dimensión histórica, que trasciende al independentismo. También deberá comprender —o hacer que se comprenda— la función del conservadurismo negro, como su mejor aliado; porque este conservadurismo no es ideológico sino funcional, en esa precariedad que lo preservó a él en su marginalidad.

Será por esta funcionalidad que confluye con la otra del conservadurismo liberal, en ese oxímoron de lo político; que hace al liberalismo alzarse en custodio de la moral, como la cultura evangélica desde la violencia de San Basilio. Aún ahí, el conservadurismo negro se diferencia del liberal, por esa precariedad en que debe preservar sus recursos; mientras el otro desciende al mismo valor ideológico del conservadurismo convencional, en el Idealismo.

Así, el mejor instrumento que tiene el doctor Zayas, es esa inteligencia del pragmatismo popular como cultura; que le ha permitido atravesar la teluridad de las pugnas institucionales, en una entidad necesitada además de recursos. Es aquí sin dudas donde se probará la inteligencia de Zayas, no ya en su agudeza para la singularidad etno-antropológica; sino en la otra, que asegure su propia continuidad, a la vez que impone el carácter y peso a la antropología cubana.

Thursday, June 19, 2025

Arte, déjame- pensar.

Por Angela de Mela

El viaje de la identidad cultural alimenta su condición cuando acepta su contenido secular y se agrega al presente. Sin este completamiento nada podría decirnos la obra de un Miguel Ángel, pues la grandeza de toda obra por mucha que esta fuera, escaparía a nuestro entendimiento. La Odisea o la Ilíada no contarían igualmente con su justa apreciación, despojadas ya de vínculos y de pertenencia en el constante viaje de su identidad.

Y aquí parece encontramos uno de los temas primordiales de la cultura en nuestros días.

Sabido es que el arte y la literatura cuando resultan ser un número más en un mercado incapaz de no atinarle a su condición, este tiende indefectiblemente a usurpar su valor, pues bien, a ello deberá sumarse lo que realmente resulta hoy, actualizándonos en su realidad y en su verdad, donde no solo se está tratando en el ahora mismo, de poner a prueba la calidad inmanente del arte y la literatura, sino también y es esto lo más alarmante, su carácter, la condición primordial de su existencia.

El mundo tecnológico, su acelerado desarrollo ofrece a lo contemporáneo enormes oportunidades para ennoblecer el contenido cultural y comunicarlo, el acercamiento de la tecnología al arte ,ha abierto disímiles variables y no pocos derroteros a lo artístico, muchos de los cuales, aún no han sido examinados convenientemente y puede que con ello, nos encontremos ante una muy renovada, desconocida y silenciosa , arquitectura de lo anodino intentando cada vez más ser lo supletorio del Arte y la literatura. En el caso de esta última, por ejemplo, las redes, las aplicaciones, los nuevos formatos de entrega se abren a los receptores y a los creadores en una multiplicidad donde escoger supone ya de por sí una labor titánica.

En la pintura se superponen las opciones artísticas dando paso a nuevas opciones del arte visual, algunas de ellas muy loables y plausibles, pero otras ni siquiera rozan el límite de lo aceptable; si a esto agregamos que el ejercicio de la crítica tiende a desaparecer de ese entorno cuasi selvático de posibilidades; pregunto, que es escoger hoy, sabemos escoger, ¿sabremos cribar para hacernos de ese presente capaz de alimentar la riqueza que deberá alimentar la identidad del Arte? El discurso transgresor vende, y del mismo modo se invisibiliza lo que no aparece como rompedor, pero sin embargo es en la continuidad donde se encuentra algo verdaderamente valioso.

En el fondo lo disruptivo es pantalla para lo fácil, el respeto al conocimiento, al esfuerzo y al oficio parece estar en las antípodas de este desacertado entender del arte y la literatura. Lo original se difumina, hay una insumisión ante lo original y una irreverencia ante lo permanente Así la disolución, la evanescencia, del valor de lo artístico en su carácter primordial, acusa de convertir-le en cualquier cosa que se proclame en ello; ya no como sucedáneo, sino como apropiación de su esencialidad, ocupas de su cometido, donde la valoración, nuestra capacidad para “ apreciar “ ha sido cedida a la estulticia, en el para qué preguntar, entender, disfrutar del conocimiento del arte cuando su fugacidad no lo ha hecho relevante. Lo relevante es su consumo fácil, la usurpación silenciosa. Usurpación y fraude, a un costo más alto de lo que podamos suponer, arte no para dejar de pensar sino para “pensarte”; y que se refrende el pensamiento ante la astuta y nueva conversión de los valores, que parecen apuntar hoy nada menos que a desvirtuar la esencia de la creación; y con ello desde luego, el viaje a su condición humana, después de hacernos la pregunta más radical: cuando es indiferente el valor del arte y la literatura, cuando escapan a su contenido virtuoso, será porque acaso no son lo importante?

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