Friday, September 5, 2025

Más acá de la razón, ensayo de Occidente I

El estructuralismo político chino, como espejo y función del occidental

Como realidad artificial, la cultura cumple necesariamente las mismas determinaciones formales que la física; sólo que reflexionadas en la experiencia humana, incluso como política, resolviéndose como estructura dinámica. En este caso, la energía (termo) pasaría a resolverse como forma, en tanto posibilidad de lo real, en su Potencia; y esta función es lo que da sentido a la experiencia, para resolverla en una naturaleza, que es así orgánica.

No es gratuito que el esquema se reproduzca, desde la Lógica aristotélica a la estructura neoplatónica de la cábala; en un caso para dar la determinación de la substancia, y en el segundo para el establecimiento de lo real. Eso explicaría la recurrencia de los problemas políticos de Occidente, siquiera por su reflejo en los de Oriente; donde la estructura política china explica la discontinuidad de la occidental, por sus funciones subestructurales.

En este sentido, la breve experiencia imperial de la dinastía Qin (221–206 a.C.) revela esta dinámica estructural; que funciona como espejo, en el que se pueden comprender las tensiones permanentes del absolutismo en Occidente. En ambos casos, lo que aparece como fuerza centralizadora e innovadora es también la fuente de su debilidad estructural; y esta paradoja —como falsa contradicción— sería lo que explique las dinámicas en que se organiza la estructura.

La caída de la dinastía Qin (221–206 a.C.) puede entenderse como el fracaso de un poder demasiado rígido y centralizado; lo que es grave, ya que esta es la fundación misma de la estructura política china como hermenéutica de lo real. Sin embargo, una mirada más profunda revela que esa misma fragilidad fue también la fuente de su fuerza inicial; y al compararla con la experiencia occidental —desde la usurpación carolingia al absolutismo francés— perfila un patrón común; en el que los regímenes que sustituyen la mediación pragmática por un intelectualismo, unifican y centralizan, pero no concreta una estabilidad.

El ascenso de Qin Shi Huang se apoyó en la eliminación del feudalismo, y la imposición de una burocracia uniforme; pero esa transición solo fue posible gracias a la figura bisagra de Lü Buwei, el mercader devenido en regente. Lü encarnó la flexibilidad originaria del sistema, con su patrocinio del príncipe Zheng a través de la reina madre Zhao Ji; que representaba una mediación real con el clan Ying, y a través de este con la tradición legitimadora del poder.

Esa mediación funcionaba como una contracción (Titsum), concentrando la energía (Ain Soft) en torno al heredero; que así producía el centro de poder real y legítimo (Kether), en la figura del futuro Primer Emperador. Su ministerio produjo incluso un principio de Ilustración (Hokmah), visible en la compilación del Lüshi Chunqiu; donde se intentaba unificar saberes y dar forma a una cosmovisión universal, asentada ya como tradición original. Sin embargo, esa apertura fue desviada por la inteligencia legalista de Li Si (Bimah), que actuaba como limitante; sustituyendo la flexibilidad política del pragmatismo de Lü Buwei, por la rigidez doctrinal y legalista de la academia.

El pragmatismo se transformó en cálculo idealista, resultando en que Qin no concretara su ideal (Tifereth–Malkuth); porque el imperio fue real en su poder, pero irreal en su determinación, perdiendo legitimidad en el proceso; al carecer de mediaciones con la sociedad y la nobleza, dependiendo excesivamente del emperador y su personalidad. Cuando Qin Shi Huang murió (210 a.C.), su hijo Qin Er Shi subió al trono sin la validación del clan, por un fraude palaciego; orquestado por el eunuco Zhao Gao y el escolarca Li Si, produjo la caída del monstruo fundador que fue Qin.

El nuevo emperador era un soberano de papel, sostenido por eunucos y funcionarios, sin puente hacia la población; y ese fracaso no fue un accidente, sino el inicio de una recurrencia estructural, por su disfuncionalidad. Cada vez que el imperio intenta fundarse en la sabiduría (Hokmah), sufre la corrupción de la inteligencia (Bimah); que encarnada en letrados y eunucos —académicos y funcionarios—, se concentra en sus intereses de clase; haciendo que el ciclo se reinicie, impidiendo la concreción del Reino (Malkuth), que es lo real como potencia (Tifereth).

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