Saturday, September 27, 2025

Divertimento de antropología política III-1

Ya antes de Robert Owen, Tomás Moro habría elaborado la primera organización del pensamiento utópico; cuando en 1516 publica Utopía, obviamente desde sus referencias en el trascendentalismo cristiano, con San Agustín. Sin embargo, el socialismo de Owen nace como reacción práctica a la brutalidad fabril, no como un sistema teórico; es decir, sin continuidad lógica con el de Moro, que muere por su falta de contexto epistemológico; en este sentido, sería el correlato directo de la exponenciación capitalista inglesa, como su condicionamiento.  

Francia, en cambio, aunque vivía también las tensiones del siglo XIX, carecía aún de una clase proletaria; lo que sí poseía era una poderosa tradición racionalista, que permitía pensar lo social en términos de sistemas. Saint-Simón proyectaría una reorganización de la sociedad industrial, bajo la dirección de científicos e industriales; Fourier imaginaría los falansterios, Cabet popularizaría una utopía igualitaria —como la de Moro— en Voyage en Icarie 

Todos partían de la experiencia inglesa —la comunidad cooperativa de Owen— como referencia empíricaelaborándola doctrinalmentecon la asunción la primera proyección de Moro, deprimida con el Ilustracionismo inglés. El socialismo utópico no es atribuiblentonces a Francia o Inglaterraen esa racionalización directa de lo ideológico; sino que responde a una evolución del cuerpo mismo de la cultura inglesa, y través de su pragmatismo cultural; que se distorsiona en la racionalización del trascendentalismo moderno, hasta la invalidación de su calidad referencial. 

Inglaterra le da la base material y la erupción práctica, porque es donde el capitalismo muestra sus contradicciones; Francia aporta la sistematización racional que lo distorsiona, gracias a su herencia ilustrada y su tradición filosófica. La categoría de Engels, al reunir a Owen con Saint-Simón y Fourier, reconoce precisamente esa complementariedad; pero faya al desconocer el precedente idealista de esa proyección francesa posterior, en la literatura de Moro. 

Este precedente de Moro es importante, porque es el eje axial desde el que se organiza la reflexión existencial; independiente de si pospone su realización apoteósica hasta e4l contexto adecuado, de la ilustración francesa. Lo que indica esta axialidad de la cultura inglesa, es la incapacidad de Francia, con todo y su propia tradición reflexivadadsu híper trascendentalismodado en su especialización intelectual, en conjunción con el universalismo cristiano. 

Esto es interesante, porque partiría del pragmatismo intrínseco a la cultura inglesa, en su flexibilidad estructural; que todavía no tiene el poder de catalización política de su expansión comercial, pero ya lo potencia en su tribalismo. Aquí debe recordarse que esta formación de la cultura no llega siquiera al medio milenio de la francesa; sino que, sin el precedente carolingio de esta, parte de su apoteosis en la Carta Magna, desde el tribalismo de Alfredo el Grande. 

Francia en cambio, desde el precedente en el renacimiento carolingio, responde a un proceso de especialización; que siendo intelectual en función política, emula al de los escolarcas chinos, sin relación directa con lo real. Por ello, el intelectualismo francés pecará de trascendentalista, produciendo objetos hiper trascendentes; que sólo se comprenden desde la perspectiva católica del agustinismo en La ciudad de Dios, no inmediatamente. 

Así, ya la formación de Francia es de la una estructura anquilosada, revitalizada en su contradicción con la inglesa; mientras la inglesa es la de esta emergencia moderna, que sólo se concretará con la colonización norteamericana. Es curiosamente esta colonización, como apoteosis del capitalismo moderno, la que acrecienta sus contradicciones; que en tanto estructurales, tienden a organizarse en la emergencia socialista, pero desde el utopismo de Moro. 

Como conclusión, el socialismo utópico surge entonces del proceso que arranca con la monetización española; pasando por la apoteosis colonial francesa, y exponenciado en la reorganización productiva inglesa. Inglaterra es así el catalizador que organiza la economía como orden político y existencial, cosu industrialización; Francia, el laboratorio teórico que intenta darle forma racional, y Alemania su distorsión definitiva, con Engels. 

 

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