Work in progress!
En
1980, el puertorriqueño José Luis González revolucionaba la
antropología boricua con su ensayo El país de los cuatro pisos;
en el que simplemente proponía una disección del entramado cultural
de la isla para entender su singularidad en el espectro general del
Caribe. No que Puerto Rico no fuera otra repetición de aquella, La
isla que se repite, al decir del cubano Antonio Benítez Rojo; sino
que dentro de esa generalidad, toda formación tiene rasgos
singulares, debido a la forma inevitablemente específica en que se
sedimentaron sus cimientos. La idea es entonces eficaz para cualquier
propuesta antropológica, en tanto plantearía a los fenómenos a
partir de su propia singularidad; ya que en tanto fenómenos tendrían
un perfil propio, que los distinga del resto de la realidad de que
participan con su propia consistencia. La idea es entonces eficaz
para comprender las dinámicas de lo que podría entenderse como el
exilio intelectual cubano; una entidad de suma importancia por esa
forma tan peculiar con que se proyectó la cultura cubana dentro de
los Estados Unidos desde 1959, a partir —lo más interesante— de
una élite representativa; que en ello se distinguiría de la
población a la que representa, permitiendo comprender la sutileza de
los hilos políticos con que las élites manipulan a la población,
apelando a su compulsión sentimental. (Cont.)
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