De los tipos de escritor [frag.]
...
Mas,
cómo sobrevive el poeta a su mediocridad ambiente, cuando es su sacerdocio la
presa anhelada por esa terrible mediocridad, que tanto glamour y statu
concede; es ahí donde se reclama el rigor ético a niveles obnubilantes, como
los del monje del desierto; porque la batalla es final, no se presta a
negociaciones que sólo le diluirían la grandeza. El problema, como de Ser
o noSer al fin y al cabo, es ético, porque exige el valor de proclamar
la desnudez del rey; en un mundo que, democrático, consiente en derribar
parámetros para que todos quepan. Este elitismo visceral que se reclama no
sería un imperio político, que en eso recuerda el reclamo del Cristo, cuando
dijo que su reino no era de este mundo; y en esa naturaleza convencional sería
mediocre como todo el que le antecedió y trajo estos lodos, como todo polvo;
pues, como dijo algún poeta, la gran frustración del Cristo es que no pudo
salvar a nadie de su mediocridad. La diferencia, sutil, se insinúa en la
comprensión del trascendentalista para con el inmanentista; que éste sólo
devuelve con la grosería de su propia pequeñez y mezquindad. Es decir, puede el
monje preocuparse por el Bien, la Verdad o la Belleza; eso poco importa,
mientras se mantenga en su trascendencia y en ella se obnubile a sí mismo; pero
en cuanto su preocupación sea la armónica mediocridad con que venda su glamour
como mística; en cuanto obtenga a cambio las monedas del éxito y el poder;
entonces ya sabe que la lucha la ganó su más absoluta inmanencia, su tan
grosera bestialidad.
Tomado del libro Maudits!, próximamente en Kindle
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