Lectores / e-readers
Dada su relación con el desarrollo de las tecnologías, la imposición
de la lectura electrónica es sin dudas un fenómeno generacional marcado por
este crecimiento de su mercado; y por tanto quedaría un margen obviamente
también generacional, en el que desarrollar aún libros tradicionales. No
obstante, hay algo de fascinante en la aventura de los nuevos medios de
publicación; como por ejemplo, la sorpresiva posibilidad de saltarse incluso el
e-reader o lector electrónico, y leer en soportes comunes como el teléfono. Lo
sorprendente en este caso no sería la poca duración del mercado de lectores,
sino la corrección cultural que implicaría; pues superada la dificultad [postmoderna]
del libro como fetiche, la cultura del libro retornaría a su función inicial. A
eso se añadiría que dicha funcionalidad sí sería efectiva esta vez y no tanto
en aquellos inicios, dados los costos en ambos casos; que no sólo se refieren a
los recios del aparato sino también a su valor [ampliado] de uso y funcionalidad
no especializada.
Aún, quizás el aporte más significativo y su mejor promesa no sea esa
sino la desvandalización del mercado literario; desplazando al mequetrefe con
su cultura de tertulias y manierismos a donde no estorbe el crecimiento
necesario de una naturaleza realmente intelectiva de la cultura. El libro
tradicional sin dudas tendría futuro en este mercado, y justo por su valor
objetual; pero que no tiene nada que ver con el uso cotidiano y funcional, sino
como extrañeza artística de la artesanía.
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