Saturday, December 17, 2022

Tren bala: Tarantino estuvo aquí

Tren bala (Bullet train) pudiera ser interesante, si no fuera porque es como un Tarantino de muy baja calidad; que recurre a los clichés más obvios del género, y los malgasta como si no hubiera mañana, ni razón para la medida. De hecho, el filme comete el error de creer (aparentemente) que la estética de Tarantino radica en la violencia; cuando realmente radicaría en la desmesura, normalmente violenta, pero entre otras cosas, incluido el dramatismo.

Esta película carece de dramatismo, incluso resulta en una extraña y desgraciada mezcla de violencia y humor; pero un humor pesado, de abusador de colegio que se cree sus propios chistes, y no sabe que apenas se le aguanta. De ahí que recurra a todos los excesos típicos de Hollywood, pero inflándolos más en ese esteticismo; sólo que mientras los originales se resolvían con un poco de fe poética, estos exigen el franco fanatismo.

Ver reseña
No vale la pena enumerar los trucos, pues la película misma es sólo el hilo que los engarza en secuencia interminable; explicando esa falta de dramatismo con que resulta plano, sin la fascinante profundidad de un verdadero Tarantino. Pero sí vale la pena pormenorizar sus desiguales actuaciones, encabezadas por un Brad Pitt igual de genérico que el filme; puede que porque el director no esperaba otra cosa de él, como un simple rostro que garantiza taquilla y dinero fácil.

Lo que sí resulta maravilloso, es que en tanta falta de brillo resplandezcan figuras como Aaron Taylor-Johnson; que junto a Brian Tyree Henry ofrece una clase magistral de actuación, no importa el desguace de guion que les presenten. Junto a ellos, las actuaciones regulares de Hiroyuki Sanada y Andrew Koji, con el otro mito de la actuación nipona; que con su referencia tradicional al No, contrasta en su representacionismo con el también mito del método occidental.

Ver reseña
Deberían mencionarse las actuaciones de Sandra Bullock y Joey King, pero la primera es tan gratuita que se le puede ignorar; la segunda, semejando otra tarantinada, no llega ni siquiera al nivel de cliché, con todo y su gratuito giro psicológico. Igual puede destacarse al efímero Conejo Malo (Bad Buny), movido al nivel de Tyree Henry y Taylor-Johnson; no porque su personaje sea más profundo, sino porque en su superficialidad consigue esa extraña simbiosis estética.

Junto a todo eso, como todo no puede ser terrible, una fotografía más o menos espectacular en su teatralidad; aunque ya todos los clichés de la plástica nipona han sido recorridos desde Kurosawa, y no hay modo de conseguir un fotograma original. La película se alarga así innecesariamente, por más de dos horas, que dejan el sabor amargo de la banalidad; como un producto más bien mediocre, propio de los tiempos de la cinematografía YouTube, el modelaje Instagram, y el periodismo Twitter.

No es que este fracaso no fuera previsible, sino que demuestra las bajas expectativas de la producción contemporánea; pues quien pueda esperar más de un director como David Leitch, es intelectualmente irrespetuoso hasta consigo mismo. Leitch es conocido por moverse del doblaje de acción a la dirección, parece que sin distinguir mucho entre una y otra; demostrando que en Hollywood vale más la red de contactos que el talento real, como la cultura a la que en definitiva responde.


Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO