Thursday, March 2, 2023

Nueva Consolación de la filosofía

Quizás las paradojas de la física no son tan paradójicas, sino que responden a otro tipo de consistencia; por ejemplo, el entrelazamiento cuántico puede que sea sólo una cuestión de identidad, dada la dualidad de la partícula. Es decir, si la energía y la materia son estados intercambiables (Einstein), una partícula no existiría en sí misma; sino que tendría un estado único de honda, seccionado en partículas (quantum*) con su observación.

Eso explicaría incluso la teoría de cuerdas, como hondas seccionadas (partículas), que mantienen su identidad; cuya sección no la afectaría en esta unidad intrínseca, creando la ilusión de entrelazamiento. La realidad así sería un caos, que sólo se organiza en su percepción, en función en este caso subjetiva; ya que esta percepción es una medición funcional, que en ello le comunica sentido y objetividad.

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Esta percepción no le otorgaría sino que sólo le reconocería la consistencia, en esta función de medida; como objetividad, en tanto esa consistencia sería propia de su propia naturaleza caótica; sólo parcialmente constreñida a este valor objetivo, por la medición que se la comunica. Esto también explicaría la recurrencia matemática, como esa constricción formal; que en su parcialidad no puede dar nunca valores exactos, resultando en números variables trascendentales, a medida que se acerquen al cero. 

A su vez, el cero sería sólo una referencia formal, que determina la medición en esta naturaleza suya; como una convención primera (Arquetipo), por la que la realidad adquiere este valor (cultura) en su percepción. Esto es importante, porque confirma la premisa cultural del Materialismo Histórico de la naturaleza social del hombre; pero a diferencia del Materialismo Histórico —como seudo realista— no desconoce la individualidad absoluta de esta determinación, en la consciencia del Ser sobre sí.

De nuevo, los de objetividad y consistencia aquí son valores distintos, cumpliendo funciones no sincrónicas; ya que uno es propio de la realidad, en su naturaleza caótica, y el otro proviene de la función en que es percibida. Esto se hace especialmente complejo, en tanto la percepción es de la realidad sobre sí misma, en sus fenómenos; que es siempre la realidad del Ente, en la consciencia de este sobre sí, en tanto real él mismo.

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Esto explica la confluencia de los descubrimientos científicos sobre las partículas con la ontología clásica; resuelta en las religiones —como primera tradición realista—, pero distorsionada por la precariedad gnoseológica de la filosofía. Aún, la ciencia no puede explicar por sí misma la realidad, como orden en que ocurren los fenómenos reales; porque no otorga sentido en su medición, ni siquiera recurriendo a instrumentos formales, como la física o las matemáticas.

Eso es un problema, en tanto la objetividad —como sentido— se le otorga a lo real en esta observación; que así requiere referencias existenciales concretas, para encontrar este valor objetivo en el caos de lo real. Esa es la pertinencia de la filosofía, luego de la crisis del Idealismo planteada por la postmodernidad; en tanto superación de la apoteosis que significara la Modernidad en este sentido, como base para el desarrollo científico.

No obstante, esta pertinencia de la filosofía no puede basarse en la misma instrumentalidad de su tradición; ya que se encuentra comprometida con el orden a que ha dado lugar en la Modernidad, sin poder superarlo. De ahí proviene la otra pertinencia de una recuperación del Realismo, en la pertinencia misma de la filosofía; ya que su complemento en el Idealismo es lo que se habría agotado en esta apoteosis de la Modernidad.



[*] . Quantum: Lat., Cantidad, masa por extensión

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