Sunday, August 17, 2014

Quod sí, de mistica naturae

Como era de esperarse, la última tendencia de los grandes sistemas científicos a un estructuralismo filo místico ha enarcado las cejas del ateísmo duro; bien que como reacción a un suceso mediático, más que a la realidad de que los científicos por regla general no se detienen en las connotaciones místicas de su trabajo, al menos no como principio. Lo cierto es que algunos en la comunidad científica suelen derivar ciertas conclusions cercanas a la mística dada su propia recurrencia; partiendo en todo caso de un determinismo que les hace estructurarlo todo en un propósito cercano al creacionismo tradicional. Si estos científicos son crypto místicos o sus observaciones son realmente objetivas, es algo que permanence entre los misterios de sus escabrosas ciencias; a las que el profano no tiene modo de acercarse, dado el intrincado lenguaje y hasta el conocimiento previo que requieren, haciéndolas más innacesibles que a las mismas doctrinas herméticas. Aquí resalta la recurrencia mayor, de si el hermetismo habitual a las doctrinas esotéricas no responde a una necesidad técnica; esto es, mantener la discusión entre personas con igual dominio e interés del objeto, sin el peligro del dilettantismo seudo científico a que es tan proclive la moda.

Volviendo a este neo misticismo de algunos enfoques científicos, lo cierto es que la crítica peca de reduccionista y apresurada; como si se tratara de la negación de Dios —whatever it/He meant— como un
valor moral más que como una suficiencia o insuficiencia científica, desacreditando el argumento mismo antes que  esta suficiencia suya. Es el caso, por ejemplo, cuando se critica las recurrencias del número dorado [Fi] en los desarrollos naturales; alegando que dichos desarrollos en verdad siguen un pattern determinado por la naturaleza exterior como dificultad, y no por una determinación interna [ontológica] que sostenga de algún modo una tesis creacionista. Quizás el error de todo eso estaría en asociar el determinismo ontológico a una tesis creacionista, o en la comprensión misma del concepto creacionista; pues teniendo en cuenta la naturaleza antropomorfista del lenguaje y el pensamiento en que se elaboró dicho concepto, lo más lógico es que se trate sólo de una figuración para representar un fenómeno aún incomprensible. La misma pretension de que en cualquier estadio de su propio desarrollo el conocimiento es ya capaz de explicarlo todo, es… excesiva, por decir lo menos; y la religion puede justificarse —como principio antropológico— en su necesidad de reducer el conocimiento posible a un concepto manejable y comprensible, dado su inmanente valor politico; pero eso no es válido para las ciencias en cualquier momento desde su desprendimiento como práctica suficiente, justo porque su función no es doctrinal ni organizativa como la de la religion.


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En definitiva, lo que estos ateos duros explican en el materialismo de las determinaciones externas [circunstancias] no desdice la tesis ontologista; lo que es paradójico, pero quizás en ello mismo radique su eficiencia, al describir en una proyección formal [abstracta] un fenómeno propio de la realidad. Al menos si se tiene en cuenta que la realidad es un ente único e indivisible en sí mismo, se concuerda que su comprensión es de suyo y únicamente formal; en el sentido de que responde a un grado abstractivo, que hace que esta comprensión no tenga otro valor que el cognitivo, derivado del sujeto cognoscente y no propio. Las mismas recurrencias de Fi, por ejemplo, indicarían una determinación formal fija; que no puede ser puntual, dado que su circunstancia difiere de un punto al otro, pero resuelta en valores aproximados, que sería la función referencial de los arquetipos; determinando esta solución… en funciones logarítimcas —sujetas en ello a la excepcionalidad exponencial— con valores inexactos, como esos de los irracionales matemáticos como variables fijas.

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