De la cuestión judía como la negra y de toda minoría
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Esto debe entenderse desde una contracción
del concepto sobre el capitalismo, al sentido original de industrialismo; ya
que el de capitalismo es de valor absolutamente conceptual y no práctico, que
responde a una determinación moral y no económica. En ese sentido, la economía en
su valor antropológico siempre habría sido capitalista, porque el capital es
sólo la fuerza que potencia la realidad; y es este capital el que había evolucionado
con la cultura, desde la fuerza bruta del primate a la militar del feudalismo;
para transmutarse finalmente en la de la producción industrial y el dinero como
su extensión, con el industrialismo moderno.
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Entre los problemas y contradicciones
propios de esta apoteosis, estaría entonces este de las minorías —que son
siempre relativas— y su discriminación; que sin embargo, tampoco debe
simplificarse, pues aquí Marx apunta a una contradicción fundamental, como el
principio mismo de su humanidad; que es el que determina y sostiene a todas las
contradicciones políticas como de clase, por su valor económico. En este
sentido, ni la cuestión judía ni la negra —ni ninguna otra— se va a resolver independiente
de su naturaleza humana; que es la que en definitiva produce la contradicción, al
centrarse en el capital y no en el ser humano como objeto último de la sociedad.
Como ya se habría visto, este error es
lógico, y proviene de la tradición idealista, de Kant a Hegel, aún si
trascendental; es decir, aún si ya modifica el inmanentismo absoluto de
Descartes, con una adecuación desde la tradición realista. Aun así, esta adecuación
se limita a la comprensión de la sociedad como naturaleza, a la que subordina
la voluntad individual; desconociendo que el carácter antropológico de este
objeto lo hace todavía abstracto y convencionalmente inmanentista, no inmano
trascendente.
Por eso, la cuestión judía como la negra —y
de cualquier minoría— sólo puede resolverse en su propia suficiencia;
ascendiendo a una individualidad plena y suficiente, en tanto dependiente de la
conciencia del Ser sobre sí; que nunca es de clase, ya que es facultativa y en
ello propia del individuo, incluso si sólo se realiza inmediatamente como
social. De ahí que la propuesta marxista lol reduce todo a una contradicción de
clase, cuyo carácter abstracto impide la resolución individual; frustrando de
continuo el proceso, al encerrarlo en la burbuja hermenéutica de ese
determinismo, incapaz de sobreponerse a la contradicción de su propia
naturaleza.
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