Tuesday, October 19, 2021

De la cuestión judía como la negra y de toda minoría

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Respecto al problema judío, Marx tiene razón al tratarlo como un problema burgués, en tanto propio de la burguesía; ya que es sólo en este estrato que se daría esta contradicción del origen racial, como toda otra forma de discriminación. El problema es que la sociedad burguesa es el estado propio al que tiende la cultura, como orden antropológico; en tanto es la que provee las relaciones subestructurales, para la potenciación de la individualidad, en el ordenamiento constante de las relaciones políticas.

Esto debe entenderse desde una contracción del concepto sobre el capitalismo, al sentido original de industrialismo; ya que el de capitalismo es de valor absolutamente conceptual y no práctico, que responde a una determinación moral y no económica. En ese sentido, la economía en su valor antropológico siempre habría sido capitalista, porque el capital es sólo la fuerza que potencia la realidad; y es este capital el que había evolucionado con la cultura, desde la fuerza bruta del primate a la militar del feudalismo; para transmutarse finalmente en la de la producción industrial y el dinero como su extensión, con el industrialismo moderno.

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A partir de ahí, el valor del industrialismo residiría en su asignación de la fuerza necesaria como potencia; desde su forma original en la naturaleza, ahora en una representación convencional, que permite su reproducción artificial. Con esto, como relación económica —en el sentido original del concepto de economía—, alcanza ese poder de determinación; que es ya de la sociedad moderna, resuelta como realidad de valor estrictamente humano en la cultura, y no en cuanto tal.

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Es lógico entonces que, el orden de discriminación en que se ha organizado la sociedad, entre en crisis con esta apoteosis; exacerbado por el poder adquirido por cada uno de estos elementos, críticamente relacionados entre sí por respectivos intereses. Sería en este punto que se de el exceso, propio de la tradición idealista, al centrarse en la sociedad como objeto; que entrará en contradicción directa —respecto a sus intereses— con los del individuo, en tanto distinto y sobrepuesto a este; pero sin tener en cuenta el carácter potestativo de este individuo, en el condicionamiento a sus propios intereses de su integración del cuerpo social.

Entre los problemas y contradicciones propios de esta apoteosis, estaría entonces este de las minorías —que son siempre relativas— y su discriminación; que sin embargo, tampoco debe simplificarse, pues aquí Marx apunta a una contradicción fundamental, como el principio mismo de su humanidad; que es el que determina y sostiene a todas las contradicciones políticas como de clase, por su valor económico. En este sentido, ni la cuestión judía ni la negra —ni ninguna otra— se va a resolver independiente de su naturaleza humana; que es la que en definitiva produce la contradicción, al centrarse en el capital y no en el ser humano como objeto último de la sociedad.

Esto incluso explica el carácter moral del concepto marxista de capitalismo, como distorsión del original de industrialismo; distorsionando ya todo el espectro hermenéutico de la filosofía política moderna, con esa suerte de puritanismo. Al margen de esto, el error de Marx es creer que la perspectiva puede ser determinada política y no existencialmente; es decir, obedeciendo al determinismo político de la estructura social, en vez de apelando a la potestad individual, que es económica.

Como ya se habría visto, este error es lógico, y proviene de la tradición idealista, de Kant a Hegel, aún si trascendental; es decir, aún si ya modifica el inmanentismo absoluto de Descartes, con una adecuación desde la tradición realista. Aun así, esta adecuación se limita a la comprensión de la sociedad como naturaleza, a la que subordina la voluntad individual; desconociendo que el carácter antropológico de este objeto lo hace todavía abstracto y convencionalmente inmanentista, no inmano trascendente.

Por eso, la cuestión judía como la negra —y de cualquier minoría— sólo puede resolverse en su propia suficiencia; ascendiendo a una individualidad plena y suficiente, en tanto dependiente de la conciencia del Ser sobre sí; que nunca es de clase, ya que es facultativa y en ello propia del individuo, incluso si sólo se realiza inmediatamente como social. De ahí que la propuesta marxista lol reduce todo a una contradicción de clase, cuyo carácter abstracto impide la resolución individual; frustrando de continuo el proceso, al encerrarlo en la burbuja hermenéutica de ese determinismo, incapaz de sobreponerse a la contradicción de su propia naturaleza.


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