Del nuevo negro al nuevo pensamiento negro, elogio de Alain Locke
De ahí que este ensayo de tenga valor de ontología,
para comprender al negro como personalidad histórica; en la que el nuevo negro
es entonces el negro en la perplejidad de su vida misma, por la consciencia de
su propio ser; que es en lo que resulta una postulación ontológica, pero en el
sentido de la metafísica clásica (occidental),sin dasein. Es ahí entonces donde
surgen los problemas, que son naturalmente hermenéuticos y no propiamente
históricos, en lo metafísico; aunque en ello mismo devengan inmediatamente
políticos, afectando las vidas concretas de las personas concretas —y en ello
históricas— que son los negros.
En ese sentido, el espacio que va de la
conciencia a la madurez de esa conciencia, es lo que tiene valor existencial; que
incluso precisa primero de un cuerpo, que es el que será entonces consciente, madurando
luego en esa conciencia. Esta apoteosis final es lo que se puede entender como
el nuevo pensamiento negro, en tanto resultado de esa madurez; no porque sea enteramente
original, sino porque lo es en la medida de comprender la propia circunstancia
de su Ser, que es lo que es distinto y único en sí.
Es en esta apoteosis culminante entonces
que la experiencia existencial del negro puede volcarse en la redención; que
siendo de ese ser suyo, lo será también de la realidad que va a determinar por
su propia praxis histórica y existencial. Es esto lo que explica el cariz
intelectual del Renacimiento de Harlem, que Locke describe con más aprehensión
que euforia; porque es la realidad que, para su propio proceso de madurez, ha
de corromperse en la institucionalidad que así lo determina; provocando en ello
la catarsis final que vuelva culminante a esa apoteosis, con poder suficiente
para esa redención, como redeterminación de su realidad.
El error de Sartre —que es del marxismo—
está en el absurdo de una conciencia colectiva, que es imposible; porque la
conciencia es individual, y sólo en esta individualidad es que puede acceder a
las convenciones del colectivo. De ahí que la solución del marxismo sea
imposible, aunque proveyera el catalizador del pensamiento anticolonial; que es
la raíz en que el problema racial se diferencia, del caso norteamericano —con
ese Renacimiento— al del de la negritud.
Después de todo, cómo se ha formado Occidente sino en la yuxtaposición de esas diversas capas de su civilización; desde la sofisticada brutalidad y compulsión de los griegos a la tosca racionalidad de los romanos y la gracia cristiana. La gracia es siempre un gesto de madurez y no de prepotencia, y por ello requiere de una experiencia existencial anterior; de la que nace como comprensión, y que es el poder del negro, al que apuntaba la intuición de Locke, aún si todavía aprehensivo.
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