Tuesday, September 13, 2022

Complejo de Sísifo, o el problema de la representación

Ver en Kindle


La visibilidad ha devenido uno de los temas más álgidos de la cultura contemporánea, y con este el de la representación; en el sentido de los reclamos de justicia social, por el que todos esgrimen el derecho a la representación política. Sin embargo, la representación sería una falacia con que el sistema político moderno trata de paliar su propia inconsistencia; en medio de las contradicciones crecientes, que solo agudizan su crisis estructural, hasta su propia base ontológica.

La misma referencia ontológica explicaría la naturaleza falaz del problema, en la superficialidad de los debates; ya que estos no van nunca a la base de los problemas contemporáneos, desgastándose en un conceptualismo insoluble. Como principio, toda representación sería de hecho imposible, porque lo es el vínculo existencial que requiere; en el sentido de que toda persona es individual, y por ende se realiza en una experiencia excepcional y única, propia suya.

Descarga gratis
Eso no niega una naturaleza social (política) de la persona en tanto persona, pero la subordina a su individualidad; no como una potestad para participar o no de esa naturaleza política, pero sí para condicionarla con su voluntad. Eso, que es tan complejo como parece, es lo que resulta nuevo en el espectro hermenéutico de Occidente; y no lo suficientemente debatido en tanto caso —o al menos con suficiente autoridad— como para ser tenido en cuenta. Esto a su vez se debe al origen de ese espectro hermenéutico, organizado durante el auge de la ilustración moderna; en los ahora abstrusos debates que construyeron nuestra tradición filosófica, desde Descartes a Hegel.

Ver en Kindle
Precisamente, es a esa profundidad a la que se niega a descender la cultura moderna, condenándose a la superficialidad; en una situación cada vez más delicada, por el alud de de emociones que arrastra, en una suerte de fanatismo ideológico. Es la misma situación —igual de álgida— en que nació esta cultura moderna, con los monjes fanáticos de San Basilio; como una naturaleza a su vez, que parece ser la que va a matar a su propia época, en la soberbia de sus debates teológicos.

Los problemas de género, reorganización de la familia e inclusividad representacional, responden a esta insuficiencia; que es hermenéutica, en tanto se refiere a la falta de recursos epistemológicos necesarios para entender la realidad. Eso es precisamente lo que da sentido a la filosofía, pero es demasiado profunda para nuestra superficialidad; y por ello, pocos se verán tentados a elaborar un criterio que trascienda sus propias emociones, con su importancia personal.

Ver en Kindle
La representatividad es tan falaz, que no puede resolver sus propias contradicciones con un poco de pragmatismo; partiendo desde la misma representación política, lastrada por el fraude con que la abusan los demagogos. Un político sólo puede representarse a sí mismo, porque actúa en su propio interés como agente especializado; con el que el votante puede coincidir o no, validando la estructura en su legitimidad, pero sin que eso sea representación. Es así que se crea el falso vínculo político con el argumento moral, incontestable —contra toda razón— en su autoridad; y es así que se alarga la ya larga decadencia con que Occidente se niega a la renovación, con sus subterfugios de Sísifo.

De ese modo, los negros acceden al imaginario artístico de Occidente, pero abandonan el propio y sus posibilidades; subordinándose subrepticiamente, en una perpetuación del mismo sistema que critican, ad infinitum. Un ejemplo más patético sería el de los Gullah Geechee, el fenómeno antropológico más espectacular de los Estados Unidos; con una reina que se hace bucles desrizados y usa diademas de fantasía, mientras hace discursos de identidad.

Con esta sutileza tramposa y manipuladora, las instituciones que corrompen el sistema se perpetúan a sí mismas; impidiendo el acceso a ese imaginario marginal, que puede aportar en su frescura las correcciones necesarias; como el instrumental epistemológico que se necesita, para el ajuste hermenéutico de los excesos ontológicos originales. La recurrencia del concepto ontológico evidencia la incorregibilidad del problema, como cuestión de superficialidad; acallado por la clase especializada, que ve tambalearse sus propios intereses de clase, como aquellos monjes de San Basilio. Los académicos de hoy debaten, pero como los escolásticos de ayer acerca de ángeles y cabezas de alfiler; más terrible aún, como mismo la tradición agustinita —seguimos en la profundidad— desaguó los esfuerzos de Aquino y el Magno.

Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO