El nacimiento de una nación, introducción a las guerras negras de Estados Unidos
A mis hermanos en negritud
Jonathan Richardson & Crystal Kornickey
Para comprender a Estados Unidos, habría que desechar la narrativa del país blanco con un problema racial; que manteniendo la perspectiva en la injusticia social, persiste en la subordinación de su realidad a la tradición liberal de Occidente. No se trata de que eso esté bien o esté mal, en un sentido de legitimidad moral, sino de que es históricamente incorrecto; por lo que no permitiendo una comprensión cabal de la realidad, menos aún va a admitir una solución efectiva de sus problemas.
Estados Unidos no es así un país
sino al menos dos, confluyentes y superpuestos, con sus propias
contradicciones; que se agravan, en tanto estas respectivas contradicciones van
también a contradecirse entre sí, creando nuevas sinergias. Esto otorga una
nueva dimensión al postulado de W.E.B. Du Bois, en su discurso de una nación
dentro de la nación; reducido, por el maniqueísmo en que he devenido la
dialéctica, como una propuesta de auto segregación; que aunque positiva, sólo
mantendría —y hasta alimentaría— las contradicciones iniciales que dieran lugar
a la ruptura.
En este sentido, la negritud
estadounidense adquiere su verdadero alcance fundacional con las colonias del
este; que difiriendo ya en la forma en que se constituyen, darán lugar al
controvertido espacio de la nueva África. No se tratará de la traslación de una
cultura original africana a los Estados Unidos, pero sí de una reconstitución
sincrética; tan profunda, que comprende el proceso de sus propias guerras de
conquista, como espacio alternativo en expansión y desarrollo.
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Al respecto, cuando se habla del
origen del tráfico negrero en el comercio africano, se obvia su realidad
peculiar; como un comercio que siendo relativamente interno, no producía
cambios existencialmente traumáticos. Es la irrupción de la demanda europea la
que desequilibra el mercado local de esclavos, produciendo la disrupción; cuyos
alcances serán no sólo existenciales y puntuales, sino también antropológicos y
sistemáticos[1].
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Por supuesto, como en el caso de
Cuba, la semi anarquía del comercio de esclavos propicia este tipo de excepcionalidad;
ya tratada por Antonio Benítez Rojo en La isla que se repite, como
producto natural de la teoría del caos, a la que habría que añadir el efecto de
masa crítica y el principio del éxodo[2].
En todo caso, la introducción como esclavos de la clase guerrera congolesa
coincide en estas Islas con la epidemia de malaria; propiciando la incubación,
dentro de un clima ya neo africano[3]
de por sí, de una postulación fundacional y nativista.
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Los Gullah de Carolina pueden así reclamar
su mestizaje con los indígenas de la Florida, como seminolas negros; llegando a
protagonizar la segunda guerra seminola, que de este modo sería la primera
guerra propiamente Gullah[4].
También entonces, pueden o deben tratarlo como su propio proceso de fundación excepcional
por su propia masa crítica; que no sólo ha producido un tejido político y
económico específico, sino que también habría generado desde este la génesis de
un fenómeno antropológico completo.
[1] . El mismo fenómeno se verá en
forma paralela, con la revolución del mercado de esclavos entre colonos
ingleses y nativos americanos, resultando en el rediseño del mapa político de
los indígenas del sureste de los Estados Unidos.
[2] . El principio del éxodo, se refiere
a la dinámica por la que en cierto estadio, y la su naturaleza asincrónica de
los desarrollos, estos se estancan; hasta que un movimiento de éxodo permite la
salida de los elementos novísimos, reorganizados en una nueva estructura, con
su propio origen ya en este estadio superior. El caso más típico sería el de la
evolución del politeísmo al monoteísmo, estancado en las prácticas henoteístas
por la vigilancia de las subestructuras convencionales; pero también ocurriría
con otros tipos de desarrollo, como la evolución del pensamiento religioso al
filosófico, etc. Como ejemplos del primer caso, estarían el éxodo bíblico,
desde el monoteísmo abrahámico al de Moisés; así como la diáspora cristiana con
San Pablo —versus el convencionalismo de Pedro— y la hégira musulmana a Medina
—Versus el presbiterianismo de la Meca—; mientras ejemplo del segundo caso sería
el desarrollo de la filosofía en el período cásico griego, en contradicción y
como superación de las convenciones del pensamiento religioso.
[3] . Se entiende como neoafricano, por
su sintetización sincrética de diversas fuentes africanas y caribeñas. En el
clima relativamente aislado de lo que será el corredor Gullah Geechee.
[4] . De
hecho, en carta a Andrew Jackson, el general Thomas Gesup, especificaría que esta era una guerra
negra y no india”; el
texto original reza
que “Throughout my operations, I found the Negroes the most active and
determined warriors; and during my conference with the Indian chiefs, I
ascertained that they exercised an almost controlling influence over them.
This, you may be assured, is a Negro and not an Indian war; and if it be not
speedily put down, the South will feel the effects of it before next season”.
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