Wednesday, February 21, 2024

La clase media y el capitalismo moderno

La caída de la monarquía francesa habría liberado una clase profesional, que prestaba servicios a la aristocracia; que ahora integra a la pequeña burguesía, pero dirigiendo sus servicios a otra nueva clase, surgida de los despojos de la aristocracia. Esta nueva clase se definiría como media, especializa en el consumo como estilo, en un elitismo esnob e intelectualista; siendo aquí que se asocia la bohemio —como apelativo para los gitanos—, como sinónimo de vida despreocupada; que propia de artistas e intelectuales, en verdad mimetiza la vida de la aristocracia, ahora desclasada.

Esto se combina con el proceso inverso de la monarquía inglesa, en su relación con los Estados Unidos; donde la alta burguesía puede penetrar la aristocracia tradicional, en una relación simbiótica. Esta clase media norteamericana mimetiza a su vez a la intelectualista francesa, en su propia legitimación; reproduciendo también sus hábitos de clase, que amplía con su nuevo estatus, como intelectuales con pretensiones políticas; pues cabe recordar que es en este punto que la política se convierte en un objeto intelectualmente interesante, con el Idealismo alemán.

No hay que olvidar que esta alta burguesía norteamericana nace de su emigración, europea pero específica; en esa burguesía profesional que vive los traumas políticos religiosos de los Estuardo, no la pobreza ni la marginalidad. Puede recordarse también que se trata de un capitalismo nuevo, diferente del tradicional por varias razones; sobre todo por el énfasis en la acumulación de capital, antes que en la producción e intercambio de servicios[1].

Este capitalismo difiere también del anterior en lo suntuario, enfatizando la artificialidad de la cultura; como se observa en la naturaleza de los bienes de intercambio, destinados al consumo suntuario. Desde el azúcar hasta los textiles, pasando por el tabaco y el alcohol, y la tecnología para sostener toda esta producción; todo esto creará un nuevo tipo de oligarquía, que culminará en la alta burguesía como aristocracia de hecho; pero además, con una economía que no ofrece productos de valor existencial en tanto vitales y primarios.

De ahí esta nueva clase como clase media, ambigua en su especialización política, económica e intelectual; definida por el consumo, que refuerza el hiperdesarrollo occidental como cultura, en su relación con el resto del mundo. La característica más importante de esta nueva clase sería su falta de necesidades existenciales, permitiéndose el conceptualismo; como esas abstracciones políticas en que tratan de comprender la realidad, al tiempo que justificaban su propia condición de clase.

De ahí su imposibilidad para comprender los problemas del mundo, en lo que de hecho no están interesados; con esa arrogancia que le permite el hiper desarrollo, con el que deforman la cultura como base de la estructura social. Esto, por supuesto, ya es lo que explica el liberalismo occidental, como parte de sus propias contradicciones; dirigiendo su entropía como un proceso total, en el que arrastran al resto del mundo bajo el peso de este hiper desarrollo suyo.

De ahí la distorsión de la naturaleza industrial de esa economía moderna, pasando de productora a de consumo; pero que además camufla esta distorsión en la falsa contradicción moral de Capitalismo y Socialismo. El dilema aquí es hermenéutico, como el de las teologías que provocaran el problema de los universales tapando su moralismo; pero sobre todo, como aquellas, asentado en su falta de problemas reales, perdiendo la perspectiva de lo real.


[1] . Esto ya habría existido desde el imperialismo romano, provocando la decadencia de la república con la corrupción de su clase política; pero es con el absolutismo de Luis XIV que se hace central, cuando acude a la burguesía financiera en su contradicción con la aristocracia tradicional; al establecer a la alta burguesía como aristocracia de hecho, y variando la naturaleza del capital, de militar a financiero.


Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO