Miami (poema)
I
Quién vive ahora en Downtown, quién
Puede sino esas aves de paso que no tocan el suelo
Y viven graznando, sin mirar abajo, al mar;
Pero esta ciudad una vez fue una mujer normal
/ que usaba pañoletas
Con jóvenes rubios, de sol en las pieles, dorándose
/ a la orilla de ese mar;
Y negros como estatuas de Dios
Paseando su desnudez
Ante ojos avariciosos y desvergonzados;
Y mujeres, muchas mujeres, mestizas como
la misma ciudad extendiéndose por ellas.
Todo eso, pero antes de esto, de ahora
Que esta ciudad ha desaparecido bajo
/ su propio peso
Insoportable con esa altura de vértigo
Que esconde el Valium entre las nubes;
No como antes, que esquiábamos en cocaína
Atravesando noches interminables
En clubes de falso paraíso pero fabulosos;
No como ahora, que todo es fancy y high class
Con sus cervecerías de moda
Y sus restaurantes en que se prueba la gloria
Pero es insípida por la luz mortecina.
Quién vive ahora en Downtown, quién puede
O lo necesita.
II
Yo recuerdo cómo mirábamos a esta ciudad
Que no podía compararse con las Jerusalenes
de las que veníamos
Con calles estrechas y puestecitos pequeños
Y muchas tiendas de santicos y brujerías,
Como un gigantesco e inacabable pueblo pequeño
De tardes aburridas
Con aspirantes a escritores y poetisas;
La playa no era Miami, Coral Gables no era Miami
/ Coconut Grove no era Miami
Donde se hacinaban los centroamericanos.
Pero a esta ciudad que no nos importaba
Ya no le importamos, y ese desprecio
Ahora aplasta nuestras vidas insignificantes;
Ella nos ignora, ella es América, es la hermana
menor
de las que la apuran
Y nos ignora, tragándose sus negros bellos
Y sus rubios de sol en las pieles
Y sus mujeres infinitas y mestizas;
Extiende la escalerilla, para que descienda
Por fin el Bar Harbor que nunca
Y nos ignora, cada vez más, mirando
Por esos cristales espejeantes de sus ventanas
A ese mar, que es cada vez más el Atlántico,
Como recordando ella quién es
Por fin, despertándose.
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