El raro caso del Hoodoo cubano
Más que religión, el Hoodoo es una cultura propia del negro norteamericano, con una amplia expresión religiosa; que va desde el Cristianismo convencional de Bautistas y Metodistas, a las prácticas mágicas de origen africano. Aunque como cultura es sincrética —igual que toda otra— es original en esta fusión, proveyendo su propia identidad; que en muchos casos se organiza en ese cristianismo original suyo, y en otras se niega a ello con retraimiento.
Ese es el resultado de la relación de estas culturas
africanas con el Cristianismo específicamente protestante; que en su vertiente
bautista —más que la metodista— potencia la responsabilidad individual sobre la
colectiva; con gran resonancia en todas las prácticas mágicas africanas[1],
sobre todo las de origen congo (bantúes). En Cuba la relación es inversa, dada
la peculiaridad del catolicismo, susceptible en su imaginería a esta
sensibilidad; a la que también contribuye el sentido mágico de su liturgia —no
importa cuánto se racionalice— y jerarquización.
Esta diferencia haría que en Cuba el catolicismo resulte en un Hoodoo inverso, como expresión popular de la cultura; que contrario a su par norteamericano se exhibe en todo su sincretismo, dado ese alcance mágico de su liturgia y prácticas devocionales. Esta ambigüedad que permea toda la religión en Cuba, alcanza su madurez en la Regla Kimbisa o del Cristo del Buen Viaje; una religión original, que funde efectivamente las tres vertientes que priman en el Cuba, el catolicismo y las reglas lucumí y conga. Semejante artificio se debe a un personaje peculiar —ñáñigo y terciario francisco—, Andrés Facundo Petit; que no sólo creó la Regla Kimbisa, como fruto de su propio sincretismo, sino además abrió el culto abakuá a los blancos.
Esto es muy importante, como se ve en el sentido inverso
del Hoodoo norteamericano, apropiándose del Cristianismo; que de hecho se
replica en cierta forma en Cuba con la Regla de Osha, antes del purismo
africanista que permea el culto de Ifá[2];
pero no hasta el punto de una apropiación de lo negro por los blancos, como en este
caso del sincretismo cubano. De hecho, este sincretismo permea toda la
estructura cultural, desde la promiscuidad de los barrios marginales; que
blancos y negros compartieron en una misma humanidad[3],
sin los diferenciadores económicos de la clase obrera norteamericana
Esto es lo que se expresa en esa apropiación religiosa por los blancos, que así la integran como valor político; como no podían hacerlo los negros por su precariedad política, sumada a esa económica que compartían con los blancos pobres. Eso es importante, porque el cristianismo —como cosmología occidental— integra esta estructura cultural americana; que requiere ajustes con los que restaurar su primera función, como existencial antes que política, pero no admite su negación.
Esto es lo que resuelve el sincretismo cubano,
viabilizando los trasiegos subrepticios del Hoodoo norteamericano; y lo hace
por esta proyección social suya, que compensa el individualismo original de las
iglesias protestantes; pero sin los excesos políticos que pervirtieron al
Cristianismo, dada la influencia de las prácticas tradicionales africanas. Esta
funcionalidad de un Hoodoo cubano, no es mistérica sino pragmática, dada por necesidades
prácticas; y no habría comenzado con Petit y la Regla Kimbisa o la entrada de
los blancos al Abakuá, sino con Omí Ifá y la organización del culto de Ifá en
Cuba; cuando —mucho antes de Petit—consagra blancos en el culto orisha, para
prevenir su persecución por los ogbonis africanos.
[1] . Lidia
Cabrera remarca la naturaleza individualista de las prácticas religiosas
africanas, incluyendo el carácter celular de la familia como máxima expresión
comunitaria. // Cf: Lidia Cabrera, La sociedad Secreta Abakuá, Ed. CR
(La Habana)/ 1958, Liminares.
[2] . Se
refiere a una tendencia, surgida con la relativa oficialización del culto, de
buscar legitimación en el origen africano; pero más como parte de las
contradicciones generadas por este proceso de oficialización, revertido como
una actitud snob e intelectualista. En todo caso, dadas las condiciones en que
se forma en Cuba, ese culto es una religión de suyo original y autóctona; que
aunque reconozca su origen africano, tiene un desarrollo peculiar, suficiente y
propio, ajeno al de la religión en África.
[3] . Manuel Granados describe la forma en
que los blancos incorporan el comportamiento social de los negros como
vernáculo, a partir de esta promiscuidad suscitada por la pobreza. // Cf:
Manuel Granados, Apuntes para una historia del negro en Cuba, Afro
Hispanic Review, Vol. 24, N0. 1.
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