Saturday, February 13, 2021

¿Derechos Humanos?

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 El problema de los Derechos humanos proviene de los del ciudadano, como aporte de la revolución francesa; en realidad se trata de una convención humanista, que resuelve la transferencia de facultades entre la institución monárquica y la nación. En ambos casos se trata de la sociedad, representada en sus instituciones, respectivamente en la monarquía y la sociedad; que debe lidiar con la desaparición paulatina de la corona, para resolverse en el poder ciudadano.

Se trata entonces de la humanidad y la sociedad como abstracciones convencionales, mutuamente intercambiables; que es lo que hace tan legítima la exigencia socialista, de anteponer la sociedad como concepto práctico del de humanidad. Eso se debe a que el concepto de humanidad resulta una generalización difusa, mientras que el de sociedad se hace más concreto; aunque en ambos casos se basa en la ontología al uso, de base kantiana, como máxima organización del racionalismo cartesiano.

Al respecto, el error de Kant es que no tiene en cuenta esa naturaleza convencional y abstracta del concepto; algo que es natural en su momento, porque sustituye los presupuestos ontológicos de la realidad por los del concepto mismo. Es una connotación de la prioridad del espíritu sobre la materia, planteados por el racionalismo; que va a ser negada por el materialismo, pero sin corregir el problema de esta naturaleza abstracta y convencional de los conceptos.

El problema principal aquí es el del derecho mismo, que está planteado desde la potestad de la monarquía; que en realidad, una vez disuelta como institución, no debería transferir sus facultades a la sociedad. La cuestión ahí estriba en plantearse a la sociedad en su propia consistencia, que proviene de los individuos; ya que los individuos no integran la sociedad —como si esta pudiera existir sin individuos— como afirma Kant, sino que la realizan.
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El planteamiento humanista es erróneo entonces, fijando su objeto en la sociedad y no en el individuo; una vez ahí, no tiene sentido debatir derechos, que suponen una procedencia lógica —alguien que los reconozca u otorgue— que no existe. La sociedad misma no puede ser esa entidad que otorgue o reconozca derechos, puesto que carece de consistencia propia y suficiente; en esa naturaleza convencional suya, que sólo le da valor formal, tomando su consistencia de los individuos en que se realiza.

De ese modo el problema se corrige, planteándose como de probabilidades para la realización individual, incluso socialmente; y a partir de ahí, el planteamiento mismo del problema negro se hace insoluble, como una (otra) cuestión de derecho; ya que depende de una revisión crítica del pasado, que pierde sentido como contradicción de la historia en sus determinaciones. Esas contradicciones están en el mismo origen africano del tráfico esclavista, y la ambigüedad y amplitud de los problemas étnicos; que sólo se pueden entender como lógicas del decursar histórico y no como contravención de cánones morales extemporáneos.

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Al respecto, deberá recordarse que el mismo desarrollo político de los reinos africanos fue altamente imperialista; produciendo una fusión sincrética muy rica y fluida, por las relaciones que propició entre sus diversos focos culturales. Esto se pierde de perspectiva precisamente en la sujeción del fenómeno a la hermenéutica anticapitalista occidental; que respondiendo al mismo determinismo economicista del materialismo histórico, no tiene en cuenta que esta naturaleza feudal (precapitalista) de la cultura africana.

Así, el planteamiento del problema negro entre las contradicciones del capitalismo (colonialismo) sólo lo distorsiona; poniéndolo en función suya antes que comprendiéndolo en sus propias particularidades, sin poder así resolverlo. Esto se ve desde las primeras críticas del Surrealismo al fenómeno de la negritud, por su reticencia natural; tratando de reducir el problema a otra contradicción propia del capitalismo, y sujetándolo así a estas contradicciones hermenéuticas del pensamiento marxista.

Las contradicciones hermenéuticas del marxismo merecen estudio propio, que se distancia del problema racial; pero sus connotaciones exceden el marco político de la simple contradicción entre capitalismo y socialismo. En todo caso, parten de que esa contradicción es aparente, porque el socialismo es una propiedad del capitalismo; como su primera y más determinante contradicción, que así lo explica en su propio desarrollo.

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La razón de que se planteen como contradicción directa, estaría en el carácter reductivo de su base racional; que no tiene en cuenta la naturaleza única de la realidad que trata como política, sino que la abstrae a sus propias proyecciones formales. Ese problema se origina con el desarrollo del racionalismo en Descartes, desplazando el espectro hermenéutico del realismo; resolviéndose así en la contradicción también aparente entre espíritu y materia, como la prioridad que se concede a uno u otro en la determinación de la realidad.

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