Elizabeth Mirabal, Premio Verbum de novela 2014
El Premio Iberoamericano de novela
Verbum del 2014 fue adjudicado a Elizabeth
Mirabal, y ya es inevitable que su personalidad se imponga; lo que no es fácil,
en una persona de hablar medido y consistente, que sólo a regañadientes acepta
formar parte del mundo intelectual cubano. No obstante, no hay que llamarse a
engaño, Mirabal es un talento que sólo ha accedido a la comodidad de trabajar
con constancia; sin diluirse en los corrillos que caracterizan el mundo del
arte hoy día, y con una intensidad que le dalata el apasionamiento. Hasta hoy,
aparece siempre en compañía del esposo, una personalidad un poco más vistosa; y
a quien ha acompañado a lo largo de densos proyectos de investigación, nada más
y nada menos que alrededor de la figura de Cabrera Infante —entre otras—, y que
les han valido premios y reconocimiento a los dos.
El libro premiado es una novela sobre
Juana Borrero [La isla de las mujeres
tristes], una de las figuras más delicadas y atractivas de la tradición
literaria cubana; que a pesar de la intensidad de sus colores propios, suele
aparecer como retraída, tras la figura deslumbrante de Julian del Casal. Según
la nota de la editorial Verbum, que concede el premio, no se trata exactamente
de una biografía; es una novela en todo el rigor del término, aunque histórica,
prometiendo ese poder con que se organiza toda una investigación pero en la
fluidez de una literatura. La trama así parece interesante, dada a “la historia familiar de los Borrero, [sin limitarse] a reseñar el devenir de
esta familia, sino que sirve como paradigma para un proceso traumático en la
historia de Cuba, ya que recoge los destinos de las hermanas, marcadas por el
recuerdo…”.
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“En La isla de las mujeres tristes no
faltan las referencias a la historia y la literatura cubana, y aparecen figuras
clave como José Martí y Julián del Casal. En la autora no se vislumbra un deseo
de sorprender por alambicadas estructuras o falsas prestidigitaciones técnicas
o estilísticas, sin embargo, la novela está muy bien narrada. Su lenguaje es
sutil, inteligente, sensible”. Que no se vislumbre un deseo de sorprender con manierismos,
es lo propio de una mujer como Mirabal; que no sólo se ha formado en el
periodismo, sino que desarrolla un trabajo investigativo, como un carácter que
marcará cualquier otra cosa que haga. No obstante, son estas parquedades lo que
reaniman a la literatura en esas decadencias en que se hace barroquista al
decir de Borges; y Mirabal, en medio del estropicio general en que la multitud de
sujetos críticos se apiñan arrebatándose los pocos objetos que les quedan, es
como la promesa de una mar muy amplia.
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