Poética
Cuando
Coleridge habla de la rosa, que al despertar todavía está ahí, crea una de las
imágenes más dramáticas y hermosas de la literatura moderna; pero fuerza la
lógica para conseguirla, lo que no le resta
belleza sino posibilidad real de ser como un hecho concreto en la vida
de cualquiera. Pero cuando Chuang Tzu habla del sueño en que era una mariposa,
dice que al despertar no sabía si era Chuang Tzu o una mariposa que soñaba ser
Chuang Tzu; y ahí Chuang Tzu no sólo está creando una paradoja con el mismo
nivel de impacto dramático que Coleridge con su rosa, sino que además lo hace
dentro de las líneas de la más estricta lógica existencial. Es decir, siquiera
esbozando la locura como trance cognitivo, Chuang Tzu no necesita acudir a la
fantasía para elaborar su discurso; de hecho carece de discurso —a lo que es
probable que se deba la eficacia— y en la más fina contemplación deja el curso
libre a la existencia misma; que con sus extrañamientos pareciera el tenue
batir de unas alas de mariposa, y que sobrepuesta a la amortiguación del eco provocaran
una conmoción en el otro confín.
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