Marguerite & Florence, las dos orillas del cine
Cuando un filme europeo triunfa,
Hollywood compra los derechos para corromperlo estéticamente con su textura singular;
ha pasado desde la dualidad de Roxanne
(El bombero) Vs Cyrano de Bergerac, la de La cage
aux folles (The bird cage) —que
es probablemente la mejor— y la terrible de Three
men and a baby Vs Trois hommes et un
couffin. Esta vez se ha trenzado la cuerda a la inversa, y han sido los
franceses los que se han inspirado en un drama norteamericano; se trata de la
dupla de Florence Foster Jenkins Vs Marguerite, pero como un nuevo encuentro
de titanes entre las dos cinematografías.
Cuesta pensar que el elitismo francés
se fijara en un drama anodino de los habituales en Hollywood, pero así fue;
puede que porque ese drama hollywoodense, muy en su tónica de comedia ligera,
mostrara su tremendo filón existencial. Lo cierto es que los franceses
consiguen con este drama una metáfora de la naturaleza humana y su realidad;
que no disminuye para nada la propuesta norteamericana, y hasta se distancia de
ella con ese sentido propio que la hace trascendente.
El filme norteamericano
es una biografía, que recrea ese carácter freak de la cultura norteamericana;
en un drama que sólo puede haber tenido lugar aquí, y que es el de Florence
Foster Jenkins, la peor cantante del mundo. La factura es buena en todo
sentido, con un libreto sin sorpresas y las actuaciones de Hugh Grant y Meryl
Streep; ambos con esa monstruosidad de performances, él con más muecas de Jim
Carrey y ella sobresaturándolo todo con su exceso. El filme francés expone en
su virulencia el seco cinismo que nos ha llevado a donde estamos, con su fábula
del rey desnudo; es actuado a la francesa, con comedimiento profesional, bajo
la mano del director y no en función de los actores sino a la inversa.
Uno entiende por qué un filme es actuado por Meryl Streep y el otro por
Catherine Frost, favoreciendo el elitismo francés; en todo caso, a los norteamericanos
nunca le interesó el torcido poder de la imagen, en su seco sentido industrial.
Eso no hace desmerecer a la propuesta gringa frente a la francesa, la
singulariza, afirmándola en el carácter popular de su cultura; pero son dos
filmes que es bueno ver por separado, no como en los otros casos, que de tan
excluyentes se niegan entre sí.
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