La negritud y el arcoíris del occidente cristiano II
El efecto es negativo, pero configura la estratificación de la sociedad, y
no puede aislarse en un sentido único; tampoco puede ser contraído a la
confrontación entre blancos y negros, ignorando la singularidad que fracciona
al África[1].
El problema de inicio estaría entonces en la naturaleza del fenómeno, como un
problema conceptual y abstracto; es decir, que el problema con la negritud es
su misma naturaleza abstracta y convencional, como un motivo político y en
cierto modo artificial.
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De ahí su carácter reivindicativo, y de valor sobre todo estético y moral, dado
en producciones poéticas; desde René Depestre (Cuadernos del retorno
al país natal) o Frantz Fanon (Máscara blanca sobre piel negra) a Aimé
Cesaire (Un arcoíris para el occidente cristiano). Sin embargo, en ello también
radicaría el defecto inicial, que marca su ineficacia hermenéutica con la
poética; y que partiendo de una realidad política, y en ello convencional y
aparente, no se concreta en una consistencia propia y existencial.
Esto se refiere al error recurrente, que reduce el problema como genérico en
lo identitario; uniendo en una misma naturaleza fenómenos tan diversos —y contradictorios—
como el segregacionismo norteamericano y el integracionismo hispánico[2].
Igual no consigue explicar singularidades extremas, como el racismo haitiano,
donde la mayoría política es negra; teniendo que acudir a la validación moral
en la lucha de clases, que ignora todas esas diferencias y contradicciones en
el otro problema del colonialismo.
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Hay que tener en cuenta la naturaleza formal, no necesariamente real, de
los problemas políticos; que en tanto abstractos y convencionales, se usan en
la legitimación de convenciones ya establecidas, como su hermenéutica[3].
En ese sentido, no es gratuito que el problema nazca en los mismos salones que
luego darán el mayo del 68; son los mismos de la aristocracia en que se
alimentó el humanismo, legitimando como políticas y de ascendiente popular sus
contradicciones con la monarquía francesa.
Eso no resta realidad al problema, sino que lo hace propiamente humano, manifestado
en la contradicción; estableciendo que su solución trasciende la singularidad racial,
incluso si parte esta. Esto pareciera confirmar la reducción del problema como
de clase, pero lo niega en tanto lo hace humano; de modo que sólo se puede
resolver en lo individual, y por tanto es irreductible a la abstracción de la
clase, so pena de estancarlo en el convencionalismo.
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De eso es de lo que se trata la introducción a Cornel West, como una
organización de su sistematización ontológica; en que atravesando las
contradicciones propias de lo occidental, las corrige en sus manifestaciones excelentes,
sean de Herman Hesse o de Martin Heidegger. Más importante aún, eso es lo que
explica que esta sistematización culmine todo el trabajo anterior de La
política; que sobre la base de Peripatos, analiza la tradición cultural
toda de Occidente, hasta esta culminación suya en la contradicción social.
[1] . Como ejemplo está el genocidio de
Ruanda, cuyo componente principal era étnico, entre Tutsis y Hutus, que eran
igualmente negros.
[2]. En otros ejemplos, Frantz Fanon tuvo
fuertes críticas hacia Léopold Sédar Senghor.// CF: https://brittlepaper.com/2020/04/what-if-frantz-fanon-worked-for-leopold-sedar-senghor/
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