Réquiem por Natalia Bolívar
Ese es un problema grave, más allá de rencillas pequeñas y determinadas por
el egoísmo y la banalidad política; porque ella era la última expresión de ese esnobismo
intelectual, que terminaría sistematizando el racismo. Eso es lo que ocurre,
con la canalización de ese racismo en el liderazgo por los blancos de los
estudios sobre los negros; que no permitiendo el desarrollo de una comprensión
negra de lo negro, lo mantienen en control de la cosmología blanca.
En tanto menor, el caso de la Bolívar es también el peor, porque ni
siquiera da el espacio a desarrollos futuros; desde los que retraer la
cosmovisión existencial de lo cubano, como todavía es posible en los clásicos
que la antecedieron. En su caso, en cambio, el poder desplegado era
institucional y no cultural, incorporando la naturaleza represiva del gobierno;
no importa si eventualmente al margen del mismo, porque la confluencia es de
intereses, en tanto es cosmológica y cultural.
La participación en esta forma de tráfico negrero es comprensible, por su
naturaleza económica, como el original; la distinción retórica, esquivando la
importancia existencial del individuo, es hipócrita, y doble al afectar a los
negros; porque contrario a todo otro estamento de la sociedad, estos carecen de
una red que pueda absorber su traumatismo. Eso es lo que hizo tan perverso el
brillo de la Bolívar entre los estudios afrocubanos, sobre todo de los últimos
epígonos; entre los que Bolívar era amauta de amautas, pero por el cinismo con
que mantuvo el cepo en el cuello de sus negros.
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