Saturday, August 10, 2024

Haití y Du Bois, en el Nuevo Pensamiento Negro

La Ilustración haitiana es uno de los fenómenos más esplendorosos del siglo XIX, pero es ignorado de algún modo; a pesar de lo cual sigue allí, como esperando la ocasión que lo resucite históricamente, por su importancia y alcance. Lo que hace singular a ese fenómeno intelectual es que reproduce al de W.E.B. Du Bois, pero ya como país y cultura; de modo que su dificultad no es una estructura de la que participe, sino su propia estructuralidad, y por la que es siempre suficiente.

Du Bois —el Hegel del mundo negro— es contradictorio, por su asimilación excelente del pensamiento occidental; al que modifica, aportándole su experiencia existencial, como el Dasein del que carece naturalmente. El de Haití es el mismo fenómeno, pero sin la presión del contexto, por lo que su contradicción no es política; por el contrario, si la contradicción en Du Bois tiene dos estadios, la de Haití tiene sólo uno, y en esto se hace exponencial.

La experiencia existencial de Du Bois es la de la cultura en Haití, traducida en una falta de contradicción política; no porque la cultura haitiana sea armónica, sino porque sus contradicciones son internas y propias de su desarrollo. Por tanto, la contradicción haitiana es de la función con que se relacionan sus subestructuras en una singularidad; con el mismo valor referencial de la de Du Bois, pero a nivel de país, como auto referencia, en su propia determinación.

Esto será lo que haga a Haití tan dúctil a la función reflexiva de su ascendiente africano, con su valor existencial; contrario a Du Bois —siguiendo el ejemplo—, que carece de este ascendiente reflexivo, por su circunstancia política. Lo interesante aquí sería la confluencia de estas dos singularidades, probando la calidad existencial de la haitiana; que reside en el realismo práctico de las dos, si bien el de Du Bois es más relativo, condicionado por el occidentalismo del que participa.

En definitiva, ese es de algún modo también el caso de Haití, organizado como una estructura típica europea; sólo que menos susceptible a este condicionamiento, al carecer de esta dificultad inmediata que padecía Du Bois. Tampoco esa carencia era absoluta, pero su contradicción era más débil, por esa suficiencia de la cultura haitiana; que al resolverse como nación, incluso institucionalmente, era una dificultad diplomática, no social e inmediata.

Du Bois tiene que acudir a complejas circunvalaciones teóricas, como su discurso Una nación dentro de la nación; innecesario y hasta incomprensible en Haití, donde el concepto de nación no requiere nunca la conciliación de esta dualidad. Eso no quiere decir que en Haití no hubiera conflictos raciales, como el existente entre mestizos y negros; sólo que este no es legislable en una cultura, como en el caso norteamericano, con una menor densidad política.

De ahí que una inteligencia como Jean Prince-Mars no tenga que acudir a la filosofía para reflexionar la política; sino que acuda al folclor, resucitando la función cognitiva típicamente romántica, con su mayor eficiencia. Debe recordarse que el Romanticismo no es estricta sino figuradamente una idealización del pasado; actualizándola como referente reflexivo para una determinación de la actualidad, que es posible en la naturaleza trans histórica de su estructura.

Esta comprensión de lo real difiere de la idealista, porque no se trata de un concepto abstracto o Idea (Eidos); sino de una realidad efectiva, abstraída en su representación, pero con valor histórico y consistencia propios. Como tradición, el Idealismo redunda esta función propia de la cultura, pero artificialmente, por sus élites especializadas; que así hacen esta determinación política y no cultural, con su consiguiente distorsión de las funciones en que se organiza la estructura.

Por eso Du Bois no puede darse el lujo del romanticismo, respondiendo a la convención política de su entorno; y tiene que acudir a la tradición idealista —la única disponible—, en adecuaciones como el pragmatismo más eficiente de Peirce. Esto sería lo que relacione a ambos fenómenos, en una función complementaria y simbiótica por su paralelismo; con un intercambio de recursos, que redunda en una mayor eficiencia de los dos, con esta confluencia.


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