Digresión
El escritor latinoamericano sentía —y posiblemente sigue
sintiendo— que tiene el deber o que debe cumplir con esa misión que le ha sido
encomendada de defender y propagar la idea de que esta región es la mejor del
mundo, y consecuentemente, el hombre también.
[Ruedas de la Serna]
El exceso de esta afirmación se debería a la misma reducción
racionalista que identifica al latinoamericanismo latinoamericano con el
europeo; en el sentido de que cumpliría con las expectativas idealistas del
buen salvaje, como una profecía de auto cumplimiento en mitos de justificación
antropológica. No obstante, aunque vinculada a ese idealismo humanista y
fáustico, puede deberse a otras funciones de la evolución cultural de
Occidente; en la que el desarrollo histórico demostraría la insuficiencia
intelectiva de la tradición filosófica moderna, con el humanismo racional
positivo de su Ilustración. En este sentido, puede tratarse de una intuición
crítica, que retome las facultades gnoseológicas [residuales] de la literatura,
en tanto reflexión de corte antropomorfista; que por oposición a la reflexión
por meros conceptos del racionalismo positivo, alcance a comprender las fuerzas
facultativas de la naturaleza en su trascendencia, como lo maravilloso.
Lo maravilloso se entiende para esto, no como lo fantástico
sino como el punto intermedio entre lo fantástico y lo real en tanto
instrumentos objetuales para la reflexión; en un orden coherente con las
estructuras tradicionales [premodernas], que tienden a la organización por la
relación de funciones tricotómicas, ya desde la gnoseología platónica; y que
persisten incluso en el Órganon aristotélico, como los sucesivos órdenes en que
se determina formalmente la substancia, reconocibles aún en el origen
neoplatónico de la tradición cabalística judía. En ese mismo sentido, la
capacidad reflexiva latinoamericana no sería filosófica en sentido estricto
sino literaria; recuperando aquella función primera del antropomorfismo en el
momento cumbre de la intelección humana del cosmos con las cosmologías, y dada
la insuficiencia ya crítica de la tradición filosófica occidental; que con su
carácter dicotómico positivista no admite una comprensión de las
determinaciones necesariamente sobrenaturales de lo natural, dado su carácter
extrapositivo; pero que serían comprensibles en esta intelectibilidad
latinoamericana, gracias al desarrollo de una noción de lo maravilloso como
real aunque no positivo.
Vale acotar que la no comprensión de esas determinaciones
trascendentes de lo real en su naturaleza las haría facultativas, dada su
exclusión del dominio reflexivo humano; explotando en contradicciones
virulentas, que acentúan la tensión crítica en que el Ser se relaciona tanto
consigo mismo como con el entorno, en la cultura. Relativo al cuento Viaje a la
semilla, por ejemplo, eso se observaría en la facultad mágico-trascendente del
negro viejo respecto a Don Marcial; a quien en definitiva diluye, regresándolo
a la nada con todo y su construcción simbólica o cultura, haciendo incluso
innecesaria una revolución que lo desmonte con su demolición. El negro viejo
sería esa facultad de la naturaleza subyacente en la realidad de las cosas, más
virulenta cuanto más negada en su extra positividad; pero cuando esa
positividad es una exigencia ineludible en la linealidad racional de la
filosofía, cuyo humanismo puede plantearse hasta una inutilidad como esa
demolición, tan futil como la desmitificación de las religiones.
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