Tarde, en el centro, con Alfredo Triff
Sólo Dios y Aristóteles deben conocer el oscuro engarce entre la música y
la enseñanza de filosofía; pero cualquiera que sea el secreto, Miami se lo
gasta como un medallón descascarado de una vieja dama de la Habana. Se trata de
Alfredo Triff, un hombre finísimo y culto, que ejerce el magisterio doble de la
música y la filosofía; y que como todo lo mejor de la ciudad, ocurre con un
bajo perfil, muy a pesar de su comprobada popularidad y simpatía. Hay de hecho
un gesto medio ingenuo o muy joven, de marcada modestia pero también seguridad,
ante los aplausos; quizás porque sabe que los que van a verlo es porque lo
conocen, saben a lo que van y él se los confirma dispendioso
Esta vez se trató de un disco, Midtrance,
que presentó con un recital bajo el mismo nombre; quien lo conoce sabe de un
fenómeno anterior, con el nombre esclarecedor de Dadason, y muchas otras cosas anteriores y paralelas. Alguien en el
salón recordó que en el 2019 se cumple el centenario del movimiento Dadá, que el músico reverencia sin
pudor; en realidad el movimiento surge en el 1916 y no en el 19, pero eso poco
importa ante la dimensión de los ecos. Se trata en todo caso de resonancias,
que son también los temas suyos, el tratamiento de objetos ajenos; una suerte
de piezas (a la manera de… ) que hacen
de él un manierista, no como estilo sino como propiedad del objeto mismo.
Es difícil reseñar el disco desde el recital, porque la naturaleza de este
último es ligera y humorística; de hecho incluyó números ajenos al disco y
propios de la trayectoria del artista, que si bien lo explican también lo
difuminan un poco. En el recital estuvo acompañado de la actriz Rosie Inguanzo,
que es su compañera y el mejor partenaire que le puede deparar el mundo; con un
ejemplo como una rosa en el penúltimo número, que recrea la música incidental
de las radionovelas bajo el canon de Sara Bernard. No es que estuviera mal la
variación humorística y ligera, sino que es una comedida invitación y no regala
el disco; se trata de un hombre demasiado elegante —como una taza de té con arabescos
dorados— para suplicar la contribución, prefiere la dignidad de vender su
producto.
Seja o primeiro a comentar
Post a Comment