White privilege (El problema del resentimiento)
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El resentimiento es obviamente un elemento político, y ha de ser entendido en la dinámica estructural de la sociedad; sobre todo desde que fuera impuesto —no sólo reconocido— por la hermenéutica marxista, con su concepto de dialéctica y lucha de clases. Primero, el concepto marxista se basa en la falacia de la contradicción como principio dialéctico, que es reductivo; ya que dado que el objeto final es la estructura misma de la sociedad, las relaciones en que se concreta han de ser complementarias antes que contradictorias.
En tanto sistema hermenéutico, el marxismo
tiene tantos problemas como el cristianismo, y es igual de contradictorio; más
allá de eso, esta función del resentimiento como expresión de la lucha de
clases es errónea y reductivo. Parte del principio de que la burguesía, como clase
privilegiada, no tiene los mismos problemas que la clase proletaria; lo cual es
sólo relativamente cierto, pero no en el sentido de que como clase no tenga
problemas propios, tan graves como esos del proletariado, sólo que distintos.
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En efecto, la misma abstracción de la sociedad
entre una clase burguesa y otra proletaria es reductiva por principio;
desconociendo que en tanto absolutos, esos conceptos sólo tienen valor
referencial y consistencia lógica; pero no una consistencia propia, que los
defina fuera de la relación que mantienen entre sí, y que los hace complementarios.
Esta inconsistencia introducirá el elemento corruptivo, que crea bucles hermenéuticos
a todo lo largo de la estructura; con la derivación de una falsa burguesía
desde las élites profesionales, que así terminan por perder su identidad de clase;
no ya con la penetración natural e la burguesía, como su propio desarrollo,
sino su estancamiento en el clientelismo.
El resentimiento no es la explicación de
este proceso de corrupción, que es dialéctico, sino su función política; ya que
el resentimiento tiene una existencia propia, pero como subproducto natural de
esas contradicciones estructurales. Es pues este uso del mismo lo que produce
la distorsión, al atribuirle esa función de redeterminación política; que
siendo propia de la fuerza se hace inconsistente y compulsiva, como disrupción de
toda la organización social.
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