Gullah Geechee en Cuba, los vasos comunicantes de Nueva África
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Su importancia es entonces simbólica,
aunque en un sentido histórico, como parte del mito fundacional de la negritud;
que integra a la cubana en la universalidad de la Nueva África, por este
ascendiente del capitán Menéndez. Por supuesto, este ascendiente habría diluido
su factualidad genética en la criollez del nuevo entorno; no obstante eso sería
suficiente, estableciendo ese vínculo que reconoce a los negros de todas las
Américas como neo africanos; cortando con el trauma el cordón umbilical, para
que madure a una adolescencia esforzada, y de ahí a la suficiencia de la madurez.
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Ahí, por supuesto, comienzas las
sombras de todo mito, pues ese programa español no era de suyo universal; y
muchos esclavos fugitivos —como el mismo capitán Menéndez— fueron revendidos,
para compensar a sus dueños originales. Menéndez no sería bautizado por
voluntad propia, sino como producto de esta reventa suya a un hacendado español;
y terminaría huyendo a Bahamas, actuando como pirata contra mercantes ingleses,
hasta ser capturado por estos.
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Lo importante es que Menéndez llegó a Cuba, y —protagonista o no— participó de la fundación de Ceiba Mocha; en Cuba —específicamente en Matanzas— corre de algún modo entonces la sangre Gullah Geechee de Estados Unidos. Eso es algo más que simbólico, porque esa región es ya el cinturón negro que presiona etno y antropológicamente a la criollez; y eso es importante, porque el ascendiente africano es sobre todo moral y simbólico, pero no efectivamente político; mientras que esta mitología encausa —en el simbolismo singular de lo histórico— el curso de la genética, como vaso comunicante de la realidad.
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