Tuesday, December 16, 2025

La Ilustración haitiana

El fenómeno de la ilustración haitiana se armaría en el eje de Antenor Firmin a Jean Price-Mars y Francois Duvalier; culminando en este, con su torsión en el Negrismo, que no tiene nada que ver con el folclorismo estético del Caribe. En este sentido, no es simplemente una adaptación periférica de la europea, sino un laboratorio epistémico singular suyo; en el que el fenómeno original se desfasa y queda desalineado de sus matrices europeas, en un ajuste crítico.

Se trata de que su mismo desface histórico reformula críticamente al fenómeno original, en un proto realismo; que epistémico y político antes que metafísico, adelanta las funciones del realismo en su emergencia post-postmoderna. La diferencia es en sí misma funcional, porque parte de una base ético-política y etnohistórica, como práctica no filosófica; frente al abstraccionismo con que Hegel —por ejemplo— lo descontextualiza, justificando su propia teoría.

Esto parte entonces de Antenor Firmín, como origen de una epistemología no reconocida y por eso incomprensible; cuando, en De l’égalité des races humaines (1885), no solo protesta el racismo científico, sino que acude a una operación más profunda. Con este libro, Firmín se apropia del positivismo metodológico europeo, y demuestra que no es intrínsecamente racial; con lo que introduce una crítica inmanente al método, que aplicado sin sesgo colonial niega las conclusiones europeas.

Independiente de la factibilidad o no del positivismo, eso lo refiere a un criterio no políticamente subordinado; que es en lo que funciona como un ajuste crítico, incluso de principios por su largo alcance gnoseológico. Aquí, Jean Prince-Mars no solo reivindica lo africano, sino que formula un principio antropológico básico; estableciendo la equivalencia epistemológica entre las diversas culturas, sin caer en un relativismo absoluto, lo que es crucial.

Mars también reintroduce un fondo humano común, que opera como realismo mínimo y universalismo funcional; más cercano a un realismo crítico —en ese universalismo— que al nacionalismo identitario al que se le reduce. De este modo, Prince Mars provee la proyección filosófica de esa antropología de Firmín, en un alcance otológico; que se organiza como una ontología social —no una simple sociología—, por el valor existencial de la cultura.

Con Mars aparece el cierre de Duvalier, con el estancamiento aparente del Negrismo como proyecto político; que paradójicamente preserva una singularidad —incluso como ontología—, a pesar de su incomprensión por el medio. Eso es contraintuitivo, pues el Duvalierismo reduce la riqueza epistemológica del Negrismo a un dispositivo identitario; pero con eso cristaliza una singularidad política, que pone en tensión directa a la Ilustración misma y el Humanismo.

Decir que Firmin prepara —como si anticipara— el realismo post-postmoderno, puede parecer de hecho anacrónico; pero no si se trata de que su operación cumple las condiciones estructurales análogas a esa emergencia realista. E igualmente, la singularidad histórica haitiana no provendría de su relativa pureza étnica, sino de otra excepcionalidad; referida a los vectores europeos, africanos y americanos, que vincula en condiciones de máxima fricción política.

Retornando al origen en Firmín, la Ilustración haitiana no sólo es culturalmente ilustrada, sino que también es excéntrica; ya que, al operar por apropiación crítica de la antropología francesa, la desvía y resemantiza, funcionando por disfunción. A partir de él, la realidad ya no es metafísica o histórica sino étnico-política, obligando a una renovación epistémica; a la que Occidente es particularmente reacio, por la convencionalidad en que sostiene su legitimidad institucional.

Esto explica la función catalizadora de la realidad haitiana al centro de Occidente, como un estado de violencia; que es no sólo fundamental sino de suyo fundacional, en tanto referida a esa emergencia de un nuevo estadio cultural. A su vez, eso puede generar malentendidos, en que la historia haitiana tiende naturalmente a la distorsión duvalierista; o que la proyección intelectual de Firmín y Prince Mars emerge como sublimación romántica de la irracionalidad.

Pero esa violencia se refiere a la función de Haití en el marco de desarrollo de Occidente, rompiendo su estancamiento; creado en la institucionalidad moderna desde los pactos de Westfalia, como un sistema europeo de hecho. Ese estancamiento es el marco de la crisis de la revolución francesa, exponiéndola al quiebre político haitiano; que es una crisis oportunista, derivada de la institucional propia de Francia, como parte de ese sistema europeo.

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