MOCKUS, EL OBAMA VERDE Y COMO CAMBIAR PARA MAL [Parte I]
Por Antonio Ramos Zúñiga
No es como dicen: que Mockus es el símbolo de un cambio necesario. Los demás candidatos también pregonan lo mismo con matices, incluyendo a Santos que proclama seguirá lo logrado por Uribe pero pasando a una etapa de prosperidad social. Ahí está el ex-guerrillero Petro que no se anda por las ramas, proclive a una Colombia rojita. Así que el punto del cambio es un debate tan interesante como delicado, el futuro colombiano está en juego.
Es inobjetable que Uribe comenzó los cambios, por eso hoy Colombia atrae inversionistas, turismo, muchos colombianos regresan de la emigración, funciona la gobernabilidad y la guerrilla está a la defensiva, más del 50% de los colombianos quieren al presidente saliente y lo hubieran reelegido. Es la realidad que tratan de tapar los interesados en imponer por votos un nuevo tipo de cambio. ¿De qué cambio se trata? ¿Por qué el matemático y líder del partido verde Antanas Mockus ha sido aupado? ¿Qué le espera a Colombia?
Dos puntos candentes son: ¿por qué Mockus es un relámpago que se ha colocado al principio de las encuestas, superando a Juan Manuel Santos, favorito de Uribe, y qué hay de verdad sobre la imtromisión de Chávez?. Hay que recordar aquello de que “en política lo real es lo que no se ve”. De repente una espectacular publicidad y la sicosis de las encuestas han elevado a Mockus al cielo de la mítica, hacia donde todos miran con admiración u animadversión. Los clubes de una gigantesca red de internet bien articulada, con predominante presencia joven y de misteriosos “teóricos” pro-verde, se han ocupado de santificarlo y convertirlo en el mesías del cambio, la versión verde de Obama, la versión excéntrica de un sueño que se llama futuro.
Por qué Mockus en poco tiempo ha logrado el empuje de una de las operaciones de publicidad, sofística y proseletismo más grandes, caras y bien montadas que se recuerdan en América Latina, lo que supone invertir mucho dinero en imagen y en movilización, y desde luego entretejer y coaligar intereses, conexiones y cupos de poder. Dicen sus seguidores que ha bastado con la simpatía que provoca y porque hizo un buen trabajo como alcalde de Bogotá, aparte de que “el compañero Mockus quiere cambios sociales”.
La simpatía de repente se ha tornado irreflexiva y tsunámica, sin más. Los seguidores, mayormente de la clase media baja y los pobres desilusionados, son ciegos creyentes del discurso verde, lógicamente están hartos de vivir relegados y mal. Los intelectuales que lo apoyan buscan algo más que un cambio: la realización existencial e ideológica oportunista. En los jóvenes, como ocurre históricamente, hay un entusiasmo generacional que los lleva a creer que el camino más fácil para vivir mejor es un cambio. Ni siquiera piensan en las consecuencias, porque no quieren estar contra la corriente ni les preocupa las lecciones de la historia. No olvidar que las redes sociales de internet pagadas millonariamente y encabezadas por equipos de jóvenes fueron clave en la victoria obamista en Estados Unidos, pero ahora son anti-Obama.
Pero, ¿quién más apoya a Mockus? Es fácil comprobar que cuenta con la simpatía de la izquierda oficial y de la izquierda del closet (de doble moral), así como de los comunistas, pro-castristas, pro-chavistas y de otras fuerzas que no se acreditan como tales, pero que militan en las filas liberales tradicionales. Petro es su amigo, así que ya tiene su voto en segunda vuelta. También parece que recibirá el respaldo oportunista de Noemí Sanín y de los tontos útiles políticamente correctos. Las células populares de base auspicidas por Chávez en Colombia lo adoran y tal vez sean las más activas a su favor. Tiene de su parte a los subversivos de toda laya, desde narcos, paras hasta las FARC. Aunque Mockus ha dicho que será duro con la guerrilla, lo más probable es que no pueda eludir la presión de los intereses propensos al “diálogo de paz”, política que sería un segundo aire para la recuperación de sus mermadas fuerzas.
¿Y Chávez qué pinta en todo esto? Sus discursos cotidianos anti-uribistas, el inmiscuirse con falacias en la política interna colombiana y una innegable propensión favoritista hacia Mockus revelan su interés en “cambiar” a Colombia. Los venezolanos lo saben. Los analistas en el mundo lo destacan.
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