Dear White People
Quien quiera entender el problema singular y extraño del negro
norteamericano, debería ver esta serie de Netflix; que resuelta en clave de insidioso
humor, expone todas las contradicciones de este grupo humano, tan específico
como complejo. No hay que llamarse a engaño, tiene un fuerte discurso político,
pero resuelto en el dramatismo existencial de unos jóvenes universitarios; que
así, no tan abrumados por el pasado, quieren asumirlo en función de resolver el
presente, y el acercamiento es inteligente.
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Son varios personajes principales, encabezados —pero no monopolizados— por
la difícil Sam, en una residencia universitaria; que es la que resulta la
verdadera protagonista de esta historia, con frecuentes flash backs a la
fundación histórica de la universidad. En términos políticos, lo maravilloso es
la inteligencia con que hace confluir los diversos intereses de esta comunidad
afroamericana; dejando claro que en varios puntos son contradictorios, siendo
retardados por la necesidad de resolver su interseccionalidad.
En el entretanto, todo ese grupo de gente hermosa y joven no sabe qué hacer
con sus bulliciosas hormonas; al tiempo que cometen unas tras otras todas las
torpezas que les hará crecer humanamente, y toman decisiones difíciles. No hay
que temer a la naturaleza política del conflicto existencial de estos jóvenes,
no es un discurso sino un drama; en eso radica su eficacia, y el hilo de un
suspenso que se extiende por las dos sesiones de la misma.
La serie sería interesante, no tanto para los afro-norteamericanos, que ya
se conocen bastante bien; pero sí funciona como una vitrina perfecta para las
otras comunidades negras del mundo hispano, que no consiguen entenderlos. Eso
tiene un por qué razonable, el racismo original hispano no era virulento sino benigno;
claro que en la medida en que un sistema de exclusión social puede serlo, y que
consiste en la relatividad de los contextos.
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La serie también es útil para los blancos, norteamericanos o no, que tratan
de entender el problema negro; y no sólo el del negro norteamericano en
particular, sino que en su caso específico, como primer acercamiento al
problema negro en general. Lo más curioso es que las críticas ácidas están reservadas
para la militancia negra, que en la juventud de estos personajes demuestra que
su mayor problema es de inmadurez; y que quizás como la mejor peculiaridad de este proceso al
que incita, es una mirada interior, en la que el ser —negro en este caso— toma
por fin responsabilidad de sí mismo.
El último capítulo de la última temporada termina con una promesa de
continuidad, que asegura ya la audiencia por sus implicaciones; pero de
cualquier modo, aun dejándote con la ansiedad, vale la pena ya por el punto al
que ha llegado. Sobre todo, prepárese para los inesperados giros, tanto dramáticos
como humorísticos y de todo tipo; con los que un guionista obviamente genial se
da el lujo de vapulear a su público, sabiendo que los tiene a su merced.
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