Una nación negra en medio de la nación, es tema antes que discurso en el
distanciamiento de Du Bois de la NAACAP; pero este discurso en específico marca
el tono de esta progresión, que muestra la complejidad del planteamiento. En
efecto, como principio innegable, Du Bois se reconcilia con el pragmatismo que
criticara en Tooker B. Washington; pero en vez de conducirlo a ese
replanteamiento, lo que hace es radicalizarlo en su proyección política, en
dirección al modelo socialista.
El porqué de esas determinaciones ya se ha tocado en otras partes, lo
importante aquí es destacar la sutileza del argumento de Du Bois; que no por
gusto evita la reconciliación, con su radicalismo poco pragmático, en una
propuesta sutil y todavía difusa en su carácter intuitivo. En efecto, Du Bois
no estaría planteando una auto segregación política del negro, sino una
preservación de su originalidad; que dada por la depauperación de sus
condiciones políticas, en principio contribuyen a descontaminarlo de los
excesos del capitalismo.
Es difícil de comprender, en un contexto de racionalismo maniqueo, en que
todavía su legado es administrado por esos intereses políticos con los que
rompía; pero esa es la dificultad del desarrollo, cuando se trata de un
fenómeno tan complejo como el establecimiento de un nuevo espectro hermenéutico.
Esa es en definitiva la necesidad a la que responde el nuevo pensamiento negro,
todavía valioso en su emergencia; que permitiéndole la inconvencionalidad, le
obliga a la creación de sus propios instrumentos referenciales. De ahí la
importancia de este discurso en específico, aunque no para la hagiografía sino
para la exégesis; que es todavía difícil, porque ha de atravesar las
convenciones —en esa inconvencionalidad— en que se enviciara la clase que
alentara como el décimo talentoso.
En este discurso, Du Bois enfrenta abiertamente el problema de la contradictoria
relación entre las élites negras y su pueblo; como el paradójico resultado de
la política cultural de Du Bois, basado en el talentoso decimo, de crear una
élite especializada; un error de dialéctica, típico del reductivismo racional en
el Marxismo, que no tiene en cuenta la creación de intereses especiales en cada
especialización de clase. Como se ve en el siguiente planteamiento de Du Bois,
él reconoce la lógica de esta dinámica, pero la desecha sobre el presupuesto
moral de la necesidad; que en tanto formal es aparente, incluso artificial, y
no puede sobreponerse al proceso más puramente dialéctico. De ahí que recurra
más radicalmente aún al presupuesto socialista, manejado como el imperativo
categórico kantiano; sin tener en cuenta la dificultad —propugnada por Douglass—
de la libertad individual respecto a la supremacía de un supuesto bien.
Al final, a Du Bois hay que aplicarle el mismo principio de inerrancia que
protege a la biblia de sus intérpretes; no sólo porque lo merece —que lo
merece—, sino hasta por salvarlo de su propia incapacidad para comprenderse a
sí mismo cabalmente. En efecto, no otra es la dificultad del genio sagaz e
intuitivo, que trasciende su misma nimiedad en la grandeza de su objetivo; al
que se lanza como la mariposa —insecto al fin— al fuego que le da sentido. Así,
no importa cuán claro se demuestren errores del Sr. Du Bois, están limitados
por la relatividad de su alcance; que nunca podrán sobreponerse a la intuición
que cargan, y que es tan difícil —aún— de poner en conceptos claros y distintos,
por esa naturaleza intuitiva.
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