Sunday, May 15, 2022

Introducción a la función dialéctica

Ver en Kindle
Nietzsche afirmaría que cuando uno mira al abismo, el abismo te devuelve la mirada, explicando un misterio del comportamiento humano; retomado más adelante por el inefable Borges, cuando recomienda escoger bien los enemigos, pues uno termina por reproducirlo. No son meros axiomas morales, como cuando nuevamente Borges —el inefable— entiende que un hombre es todos los hombres; lo que parece sacado de una sentencia bíblica, pero muy probablemente alude al problema incomprensible de la física cuántica, y con ello de la realidad.

El problema aquí, como de realistas y antirrealistas, parece obviar que el antirrealismo se origina en el idealismo; es decir, en la naturaleza abstracta y formal de los conceptos y su falta o no de consistencia propia. Así, se suele pensar que los físicos se niegan a aceptar una naturaleza metafísica, que podría comprender el comportamiento de las partículas; pero se obvia que la metafísica es un concepto, carente por tanto de consistencia propia, aludiendo a fenómenos ajenos a la física.

Ver en Kindle
No se trata de a qué se refería Aristóteles con la Metafísica, o si se trató de un recurso de Andrónico de Rodas; sino de que con ese término sólo se estaría aludiendo a un conjunto de fenómenos también propios de la física. Según esto, no habría nada fuera de la física, ni siquiera sus propias determinaciones, más o menos como Dios; por eso su mismo nombre se refiere a ese objeto, dejando claro que es de este del que —en tanto función— toma toda consistencia.

Los fenómenos metafísicos funcionarían así como el orden de los números reales en matemáticas, dada su naturaleza formal; en el sentido de que representan como negativos problemas de valor extrapositivo, como condicionantes de la naturaleza positiva de los fenómenos. Los físicos no rechazarían por tanto una condición metafísica respecto al problema de las partículas, sino su interpretación habitual; porque estos problemas sólo estarían relativa pero no absolutamente sobrepuestos a la física, en tanto propios de ella.

Ver en Kindle
Una vez superada esta contradicción, no hay dudas de que podría comprenderse mejor el extraño comportamiento de las partículas; en tanto la metafísica proveería el instrumento lógico perfecto para ello, en tanto no sujeto a la minuciosa realidad inmediata que explicaría. Por eso, si extraño es el comportamiento de las partículas, no lo es que sea la literatura la que provea esta comprensión; no importa su carácter axiomático y aparentemente moral, en tanto responden a una mera intuición, no al cálculo.

En este sentido, la literatura y el arte en general no hacen sino proveer ese instrumental lógico de la metafísica; sin las limitaciones además de una organización religiosa, que puede proveer un valor referencial pero no determinante. Eso es lo que explica el auge incluso económico del arte moderno, cuando el racionalismo prácticamente proscribiera el pensamiento religioso; y cuya efectividad habría estado en proveer al individuo ese arsenal para su libre arbitrio, con el que resolver esos problemas en una función existencial.

Descarga gratuita
Uno de los graves problemas de la filosofía —y la ciencia es una filosofía— proviene de su determinación primera; que estando en la apoteosis del Idealismo platónico, hace que todo lo demás se desarrolle sólo como una nota marginal suya (Whitehead). Con eso, toda la filosofía occidental —incluida la ciencia— está condenada a las limitaciones teoricistas del idealismo; que son hermenéuticas y en ello graves, como determinación última del alcance de los conceptos en su significado.

Sólo Aristóteles se sobrepuso a eso —que es un problema hermenéutico—, justo porque no enfrentaba la tradición; sino que sólo proponía un ajuste crítico directo a las teorías de Platón, acercándolo a la naturaleza de lo real, no del concepto. Sin embargo, la otra determinación del estudio de la filosofía y las ciencias, está en el distanciamiento elitista; no como un problema moral sino práctico, en tanto sus especialistas no lidian nunca con la minuciosa realidad, sino sólo con su teoría.

Nótese cómo los grandes filósofos son también grandes matemáticos, lidiando siempre con el cálculo infinitesimal; que es irreal, porque ninguna naturaleza se resuelve en esa forma minuciosa, sino en los aproximados de la masa crítica. Aristóteles en cambio, era primero que todo un gramático, que es la base de donde extrae la lógica y le da su organización final; como prueba, los números más perfectos entre todos, que relucen en su excepcionalidad, son los trascendentales; que proviniendo —como el romanticismo— de comportamiento irracional, son los que otorgan sentido último a esa gran masa de lo real.


Seja o primeiro a comentar

  ©Template by Dicas Blogger.

TOPO