Thursday, September 7, 2023

La revolución haitiana como referente humanista en el nuevo mundo

Nadie puede negar la importancia histórica de la revolución haitiana, pero sí confundir su significado antropológico; que en relación con el precedente de la francesa, marcaría el epitome de la modernidad, con su modelo humanista e ilustrado. Así, esta revolución sería el alcance último de la francesa, como resultado directo de la crisis que produce aquella; y que sería de orden antropológico, no sólo histórico, siendo de este que derive su propio carácter y alcance histórico.

En ese sentido, habría que entender la naturaleza de la primera, y desde ahí tener una comprensión de la otra; y esta incluye no sólo el derrumbe factual del orden monárquico, sino también las causas que lo provocan. Eso es importante, porque cambia la naturaleza y función misma del fenómeno original y su magnitud; al no deberse a una reacción popular por el derroche de la aristocracia, como en la marcha de las pescaderas; sino a su manipulación por la misma aristocracia, en su afán de romper el orden político, en provecho propio.

De ahí que lo original de la revolución francesa resida en la política populista, como recurso de una élite especial; que centrada en la sublimación ética del humanismo, recurre a su propia hiper especialización intelectual, como justificación trascendente. Esto no ocurre en el vacío, sino producido por la división progresiva de la aristocracia francesa, específicamente la normanda; en una crisis subrepticia, que viene de la que significara el imperio angevino, como desarrollo alternativo para las coronas inglesa y francesa.

Esto explica la confluencia de esa aristocracia en el club de los jacobinos, radicado en el convento de San Jacobo; implicando el ascendiente de la orden dominica en ese el humanismo moderno, desde la Universidad de París[1]. De ahí que como crisis interna de la aristocracia, la revolución francesa tenga una función conclusiva antes que inaugural; con su república como una emergencia de la misma aristocracia como oligarquía, ahora en esta especialización intelectual.

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Téngase en cuenta que lo ocurrido en la modernidad es la sustitución de la aristocracia tradicional por la moderna; en tanto aquella aportaba el ascendiente militar, como el capital que potenciaba la estructura en su desarrollo; aportado ahora por la alta burguesía como financiera, que deviene en aristocracia funcional, sustituyendo a la otra. Eso ni siquiera ocurriría como contradicción, sino como desarrollo de la alta burguesía —específicamente financiera— en su emergencia; que permite la transición de esta aristocracia en élite intelectual, con la crisis provocada a su vez por la emergencia de esa nueva aristocracia[2].

De ahí ese carácter conclusivo de esa revolución, por la acumulación a nivel crítico de sus propias contradicciones; repercutiendo en el debilitamiento de su estructura imperial, con la relación disfuncional de sus clases y fuerza productiva. Esto sería lo que ocurre en Haití, como extensión entonces de esa misma crisis estructural, que ya es propia de todo occidente; por lo que a su vez tiene otros desarrollos, en la emergencia de la aristocracia inglesa, dada la debilidad relativa de su monarquía[3].

Haití deviene así en el arquetipo cultural del Nuevo Mundo, pero justo de la insuficiencia del humanismo moderno; que se va a proyectar en el voluntarismo y todas las formas del idealismo político, sin un ápice de pragmatismo o suficiencia económica. Esto incluso en países en que la fundación corre por cuenta del colonialismo inglés, que responde a estas mismas determinaciones; ralentizado por su base económica, pero igual dirigido a la implosión estructural, basada en este humanismo, por la misma especialización intelectual.

 


[1] . Debe recordarse que la Orden de Santo Domingo se funda precisamente en el Sur de Francia, como parte de la cruzada contra los cátaros, y tiene siempre este énfasis intelectualista en la teología. La universidad de París, segunda en Europa, surge como un estudio de teología, y por tanto bajo supervisión eclesiástica; con este énfasis teológico, que provocará desde la contesta cartesiana al sofisma a que se había reducido el realismo aristotélico, hasta del modernismo.

[2] . Se trata del caso específico del ministro de finanzas de Luis XVI, quien provoca la crisis al publicar el déficit presupuestario; pero en una manipulación que se le va de las manos, presionando al rey para que le conceda más fondos para la guerra de independencia norteamericana.

[3] . Contrario a la monarquía francesa, la inglesa es especialmente débil, desde la crisis constitucional de 1010 y su exposición anterior a las invasiones vikingas; a lo que debe añadirse el conflicto entre las casas de Lancaster y York con que arriba a la Modernidad, y la posterior de la dinastía Estuardo. Esto va a propiciar una transición distinta de la aristocracia inglesa, que en vez de especializarse en el elitismo intelectual va a desplazar a la burguesía financiera; preservando en ello el orden monárquico —bien que con las crisis de la dinastía Estuardo— y un énfasis en el desarrollo capitalista antes que intelectual.

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