Wednesday, July 11, 2012

Linden Lane Magazine y la imposibilidad

La costumbre prepara trampas, y por eso hay que ser cauteloso hasta con las bendiciones; fue eso exactamente lo que pensé cuando revisé el índice del último número de Linden Lane Magazine, con el que colaboré a petición de su fundadora. A Belkis Cuza Malé me une una relación de respeto y cariño, que ha logrado sortear las malandanzas de la literatura cubana en el exilio; y por eso, incluso como principio, ni siquiera lo he dudado a la hora de una colaboración en cualquier forma. Nada más natural que con este último número, de aniversario importante por demás, se repitiera el ritual de responder a la invitación; sin siquiera la ansiedad de darle seguimiento a un proyecto que uno ve —ya dicho— con cariño y respeto, sobre todo por la fe y el tesón que contiene.

Pero tenía que suceder, que la curiosidad llevara a repasar la compañía, para volver a la desagradable sorpresa; porque allí, sin otro mérito que la mezquindad y la sobrada ansiedad de los advenedizos mediocres, estaba el nombre infamante de Delio Regueral. Con mucho dolor por amigos y compañeros que quizás no comprendan, nunca más participaré en ningún proyecto de esta naturaleza; porque con su falta de discriminación, igualan la grandeza y la bajeza, y aquí el arte no se trata de integración sino de sentido y alcance. Dicen que con actitudes así uno se condena a la soledad, para mí bendita entonces si mantiene alejadas a las alimañas insensibles y poco profesionales, sencillamente inescrupulosas.
Sobre su mediocridad, baste recordar su incapacidad para sobrepasar las cotas del seudo clasicismo B/W y el erotismo común; con el que puede comprar glorias ajenas por el bajo precio de la vanidad, pero nunca respeto verdadero y consistente. No obstante, eso no es lo importante, sino el imperio cada vez mayor de la mezquindad y la trapalería, como revolucionarios barbudos destrozando las alfombras de Miramar. Que conste, nada contra la vanidad ni la superficialidad de quienes gustan de posar de genio; es contra esa pasividad y desidia ante la corrupción de todo lo humano, sobre todo de parte de quienes se jactan de sus actitudes radicales y verticalísimas.

Lo siento por Cuza Malé, a quien a pesar de todo aún admiro y respeto, y a quien puedo perdonar otros nombres menos lesivos aunque también mediocres y mezquinos; pero donde quiera que se encuentre la pezuña de Delio Regueral no es un lugar bastante bueno para mí. Si alguien se pregunta a qué rechazo tan visceral, que él mismo le recuerde que se debe a su propia bajeza; debido a eso, no puedo ni siquiera reseñar el número, al que no obstante deseo suerte.

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