Tuesday, September 4, 2018

The beyond (2017)


Conócete a ti mismo reza la inscripción grabada en el templo de Apolo en Delfos, y que la tradición atribuye a diversos sabios; esa parece ser la tesis tras The beyond, un filme de ciencia ficción que parece culminar toda una etapa de este tipo de cine. En efecto, la propuesta de esta película es más filosófica (metafísica) que propiamente científica; y aún, en ese campo estricto sería más adecuado llamarla de ficción científica que ciencia ficción, por su tono poco especulativo. Por el contrario, en ese sentido, el filme se limita a mostrar una serie de desarrollos tecnológicos que ya deben gozar de alguna actualidad; y lo hace además en un formato de video aficionado y documental, que le ahorra el dispersarse en inevitables subtramas. 
El más vistoso de esos desarrollos tecnológicos, y de hecho central en la trama, es el modelo de androide Humano 2.0; que no se plantea como un asistente utilitario, sino como una extensión del desarrollo mismo de lo humano, en un movimiento de sutil corrección ética. Más llamativa es esa apoteosis culminante que provee el filme, dando fin al ciclo que comenzara con aquella de El día que se detuvo la tierra (1951); y que se desarrollara en una secuencia esteticista, por los extrañamientos que planteaba, con filmes como Solaris (1972), hasta las últimas propuestas de The arrival (2016) e Interestelar (2014). 
Esto se refiere a ese tipo de cuestionamiento acerca de nuestras pretensiones de hacer contactos de primer tipo; preguntando si en definitiva seríamos capaces de comprender el fenómeno frente a nosotros, y hasta de la banalidad del propósito. Es aquí donde resalta la sutileza filosófica de la consigna grabada en el templo de Delfos, y que parece la tesis de esta película; en la que en un momento se llama explícitamente al ser humano a conocerse a sí mismo, antes de intentarlo con cualquier otra cosa. En este punto, el guionista se vale de un giro de la trama que de modo inesperado va a explicarlo todo; en una situación tan sorpresiva que será la base de esa tesis increíble, basada en la nimiedad de nuestro conocimiento.
La película tiene muy buenos recursos dramáticos, y consigue subordinarse los efectos formales, sorbios por demás; de modo que estos no interfieren nunca con esa tesis, de hecho omnipresente aunque con sutileza, manteniendo la tensión en todo momento. La mejor parte, es que con eso este filme apuntaría al desarrollo de un nuevo tipo de ciencia ficción; en la que el ser humano va enfrentándose a esa gran incógnita que es él mismo, como aquel recurrente espejo que culmina los laberintos en las sagas medievales. 
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Después de todo, con su parquedad cientificista, la película nos recuerda que ya todas las respuestas están dadas y lo que falta es comprenderlas; algo que sólo es posible si la ciencia recupera aquella dimensión humana, que perdió en las batallas contra el determinismo teológico. Como otra sutileza, esta vez irónica, eso daría otra connotación al intrigante título de The beyond (El más allá); como un silbido quedo, que llama la atención sobre esas determinaciones de la realidad que organiza la metafísica.

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