Preludios al noveno círculo
Es difícil que Homero tuviera conocimiento de la
Historia Universal y la Literatura, a las que precedía; imposible que Apolonio
de Rodas exhiba influencias del Modernismo Iberoamericano en su novela Dafne
y Cloe. No obstante, ambos contaban con un elemento capital, que impuso sus
obras hasta nuestros días, y es el genio; ese inefable, que sin mayores u
obvias razones, impone lo mismo un título que un autor completo a la
posteridad. Cuánta de la producción que hoy nos agobia perdurará en el tiempo,
sólo Cronos podría saberlo; sin embargo el dios, asumiendo que exista, guarda
su voto como si se encogiera de hombros ante la pretensión.
Cronos fue destronado por su propia voluntad, que era Zeus
como hijo suyo; lo que no quiere decir que desapareciera —es un dios— sino que
fue pospuesto, en un reajuste de principios y prioridades. Con razón entonces,
esperaría escéptico a que pase el largo de su cuerpo intangible; a ver, hacia
el impreciso lugar de sus ebúrneos pies, en qué para la cosa con eso de los
autores sempiternos. Hoy en día, logrados los grandes propósitos de la
Modernidad, qué queda; la cultura se ha vulgarizado en sus especialidades, los
niveles de escolaridad son inauditos, y la producción de arte se ha masificado
definitivamente. Pero el genio sigue siendo inefable, sólo que mucha
más gente reclama su posesión; y como el espectro es democrático, entonces los
parámetros se han retraído a lo más objetivo posible.
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Es decir, ahora los
parámetros consisten en grados universitarios y doctorados, impacto mediático, etc.;
pero todo eso, tan apresable, no es obviamente el genio, ese tan inefable.
Parece más cuerdo aceptar que a todo apogeo sigue una depresión, como una
perspectiva más eficaz en tanto dialéctica; asumiendo entonces nuestra penosa
postmodernidad como un período de franca decadencia, según lógica estricta. No
tiene por qué ser problemático, sólo el deterioro propicia la reparación; así
que sería cosa de quedar expectantes a ver en qué para la cosa con eso de
nuestros autores sempiternos, si acaso Cronos se molesta en contestarnos.
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